LA VAMPIRA DEL RAVAL
Albert Guinovart, el músico catalán creador de las partituras para los musicales MAR I CEL, FLOR DE NIT, GAUDI o PARADIS, nos presenta su nuevo trabajo LA VAMPIRA DEL RAVAL basado en una historia real ocurrida en la Barcelona de principio de siglo pasado, donde una prostituta llamada Enriqueta Marti secuestraba, prostituía y sacrificaba niños para entregar a gente de la alta sociedad barcelonesa, para que aplacasen con ellos sus desviaciones sexuales.
Si este tema de por sí ya es suficientemente morboso, desagradable y vergonzante, además en el espectáculo se nos ofrecen escenas con asesinato de niños, para dar a beber su sangre a los ricos que pagaban a buen precio la misma, con la creencia de que bebiendola, curarían sus enfermedades y renovarían con savia nueva las energías y dolencias de sus viejos cuerpos. Si todo esto está presentado con aspecto de vodevil, maldita la gracia que me hace ver que se quiera romper la repugnancia de algunas situaciones con números cómicos y canciones en las que incluso se invita al público a que haga palmas.
Un grupo de buenos actores intenta defender lo indefendible y estar a la altura de lo que se les pide, así Pep Cruz, Roger Pera, Jordi Coromina o Mingo Rafols, como Mercé Martinez que parece alternará con Roser Batalla las funciones en que interpreten a la Vampira, todos ellos están actoral y vocalmente estupendos, pero poniendo su cuerpo y cara a una historia que se intenta vender en un formato que bajo mi punto de vista es totalmente imposible. A pesar de que se trate de reducir el impacto de ver abusos con niños con el empleo de marionetas infantiles, da igual, lo que se nos está contando es bochornoso, porque el tono y forma en la que se nos cuenta es totalmente inadecuado.
Las canciones repiten hasta la saciedad los estribillos, haciéndolas interminables y la música que aisladamente podría resultar interesante, como acompañamiento instrumental en diferentes momentos, al ponerles letra y cantarlas rompen el clímax de la obra, siendo muchas de ellas perfectamente prescindibles, matizando que la ejecución de los músicos como la autoría del compositor es correcta, pero el espacio en el que se han colocado es completamente inadecuado.
Los autores apuntan haber dado a este musical en catalán un tratamiento en clave de burlesque tragicómico, que lo siento mucho, pero a mí, no me funcionó en absoluto.
Para terminar, en la función a la que asistí el sábado 17 de Diciembre por la noche, debió tener algún problema con la niebla artificial, porque inundaron la sala con bruma, incluso en alguna canción el excesivo humo no nos dejaba ver quién había en escena hasta terminado el primer estribillo del tema y los decorados me parecieron de función de aficionados, pero aficionados malos. Lo siento, es una pena que se desperdicie el talento de unos actores y músico, con una historia que podría haber dado de sí, pero a la que tengo que dar un soberano NO.
El estreno oficial será el próximo lunes 19 y me gustaría pensar que para entonces habrán corregido los fallos y darán con el punto adecuado, pero creo que es tan indefendible que lo único que deberían darle es el punto final. Espero con verdadera curiosidad la prensa del próximo martes par ver qué dice de ella la llamada prensa especializada.
MÚSICA: Albert Guinovart
LETRAS: Josep Arias Velasco
No existe grabación de audio ni video de este musical, ni de la historia.
Vaya, parece que el día que fuiste a ver la obra dejaste el sentido del humor en casa, y por eso no pudiste disfrutarla. Criticar que “La vampira…” trate temas tan serios con humor es como decir que Sweeney Todd es mala porque en “A Little Priest” o “God, that’s Good” hacen apología del canibalismo.
Veo que en ningún momento dejas ver que la función se construye como una crítica alrededor de la burguesía catalana, verdadera culpable de la situación, que permiten que los hechos de La vampira del Raval quedasen impunes para proteger políticos y gente de clases altas. Las canciones “Quines penques, quina barra” o la canción de la condena a muerte de Enriqueta nos muestran que las vidas de los pobres no son más que peones puestos al servicio del capital (igual que los niños eran peones para el negocio de Enriqueta), y que tenemos que buscar los culpables en los poderes fácticos de nuestro gobierno.
Una gran obra, que se atreve a criticar lo incriticable, y que nos ayuda un poco a abrir los ojos en nuestro mundo de aborregados.
PS: Tienes razón en que se pasan un poco con la niebla. En la escena del secuestro de Tereseta Guitart, había tanta niebla que no se veía nada… solo sombras sobre el escenario.
He sido de los primeros en asombrarme del éxito de público que han prorrogado y todo y de que las críticas la hayan puesto bien. Es cierto que fui a una función en previas, pero no fui solo, éramos cinco personas y el comentario fue unánime: Lástima de actores en semejante producto.
Hubo quien a mitad del segundo acto se puso a dormir. En cuanto a lo del humor, sería estupendo si hubiese entrado en la trama, porque podía haber sido una válvula de escape para semejante historia, pero es que no me hacía gracia y no me funcionaron.
Sweeney para mi es un clásico y tiene la maestría en el úmero que citas de “A little priest” que te va citando personajes de la clase “burguesa” (el cura, el juez, etc.) pero tu solo ves un pastel, mientras que aquí ves la sangre, los muñecos que aunque sean marionetas sabes que son niños indefensos y entonces el humor no me funciona igual.
En fin, que me dolió ver que no me funcionó, pero me alegro de que le funcione a la compañía ya que el esfuerzo del compositor y actores lo merecía.