THE WOMAN IN WHITE

El 15 de Septiembre de 2004 se estrenaba en el Palace Theatre de Londres, un nuevo musical de Andrew Lloyd Webber, con letras de David Zippel, basado en la novela de Wilkie Collins llamada “The woman in white” que vio la luz en 1860 y que fue libremente adaptada de este relato de misterio algo complicado, que originalmente era contada por varios personajes que iban revelando partes de la acción y en el musical se permitieron algunas licencias narrativas, para hacer más ligera la pieza, contando en cerca de dos horas y media, esta obra clásica inglesa, que superaba las 900 páginas en su versión escrita y contando para ello con el director Trevor Nunn.

La puesta en escena era completamente original para un musical, ya que se representaba frente a una enorme pantalla circular donde se proyectan imágenes, que ejercían de decorados para situarnos en los lugares en que se desarrollaba la acción. El trabajo de  video es realmente impresionante por el ajuste milimétrico de las diversas proyecciones desde diferentes proyectores, con travellings incluidos, que encajaban a la perfección, dando la sensación de estar dentro de un escenario vivo. Recuerdo una escena en la que los protagonistas subían de una planta a otra por la escalera y ellos daban pequeños saltitos, mientras en el fondo la proyección era la que nos llevaba hacia la planta superior, o otro momento en el que nos adentrábamos en medio de la campiña hasta llegar a un poblado en la que se celebraba una fiesta rural. Este recurso escénico, innovador en aquel momento, resolvía muchos problemas que los constantes o complicados cambios de decorado hubieran pesado sobre la obra, a la vez que era algo original y espectacular, que en parte suele ser lo que gran parte del público pide a los musicales de Lloyd Webber desde que hiciese “El Fantasma de la Opera” y “Starlight Express”. El músico busca que se le considere por su música y no por su puesta en escena impecable y asombrosa y por eso hizo cosas como “Aspects of love” o “Whistle down the wind“, que a pesar de su excelente partitura no tuvieron la respuesta del público que merecían.

Para no desvelar el argumento y a la vista de lo complicado del mismo, recomendaría a quien intente acercarse a la misma, que salvo que tenga un dominio total del inglés, mejor se lea antes la novela y disfrute relajadamente de la música, porque tener los cinco sentidos puestos en la historia para entender el galimatías de lo que está ocurriendo, al menos en mi caso,  me hizo estar en una tensión tal que no me permitió disfrutar como hubiera querido. Me di cuenta de lo complicado de la trama cuando todos los que la habíamos visto en el mismo viaje, coincidíamos en que nos quedaban algunas dudas o lagunas en la historia, que finalmente intercambiando lo que habíamos entendido cada uno, pudimos hacernos una composición final de la  obra.

El musical nos devuelve al Lloyd Webber sinfónico. La música suena de principio a fin. La  interpretación y dirección de actores está muy bien y el protagonismo se le dio a Maria Friedman, porque es la heroína de la novela, aparte de ser un referente dentro del musical inglés y su hermana Sonia Friedman es co-productora con la Really Useful del musical. Friedman seguía teniendo el  problema de voz que todos conocemos y le impedía llegar a determinados tonos, en  temas que en otra voz podrían haber rallado en lo sublime y aquí se quedaban en correctos.

El auténtico reclamo de la obra fue Michael Crawford, que figura en un papel secundario o como una colaboración especial, ya que aparece en el reparto como Conde Fosco por detrás de Maria Friedman, Angela Christian, Martin Crewes, Jill Paice, Oliver  Darley y Edward Petherbridge, que hace toda una creación de su personaje,  caracterizado dentro de un traje enorme que le daba un aspecto mucho más grueso que el suyo real, Crawford se mete al público en el bolsillo en cuanto aparece en escena.

El musical arranca sin la acostumbrada Overtura, pero ya en el tercer tema, un trío  entre la pareja joven y Maria Friedman llamado “Trying not to notice” nos regala uno de los temas típicos del compositor, aunque a continuación lo enlaza con la balada que fue el primer single del musical: “I believe my heart”, la típica melodía que sales tarareando del teatro y el final del primer acto termina con el solo de Maria  Friedman “All for Laura”, otro temazo al que no pudo sacar todo su potencial por los problemas comentados anteriormente. Hay otros temas alegres, corales o románticos, pero sería injusto no mencionar la canción que regala Lloyd Webber a Crawford “You can get away with anything”, en la que el actor  juguetea con un ratoncito que corretea por sus brazos, pasando de una mano hasta la otra cruzando por su cuello, repitiendo el celebrado número que el actor ya había hecho anteriormente en otro musical: “Flowers for Algernon”.

Lamentablemente a los cuatro meses de su estreno Michael Crawford debió abandonar la obra, aquejado por una enfermedad provocada por el excesivo sudor que le generaba el traje de relleno que llevaba, debiendo ser cubierto desde finales de Diciembre por su sustituto hasta que en Febrero de 2005 entró en el papel Michael Ball, que asombró a toda la crítica con la reelaboración de su personaje, dandole un aire en el que a diferencia del artistocrático y frío Conde Fosco que interpretaba Crawford, Ball componía un Conde que nos dejaba ver su lado elegante y ruín, afrancesado y vulnerable ante los encantos de Friedman, no exento como Crawford de sus momentos de comicidad, pero fue toda una suerte poder ver el trabajo de dos grandes actores, que dieron cada uno al mismo papel un visión diferente.

La obra tuvo algún otro cambio que se incorporó en Julio de 2005 aprovechando el cambio de la mayoría del reparto del estreno. Los críticos dijeron que se había mejorado bastante y se preparó su traspaso a Broadway donde de nuevo planeó la mala suerte sobre la misma. Como cabezas de cartel estaban Maria Friedman y Michael Ball repitiendo sus papeles como Marian y Conde Fosco, pero cuando comenzaron las funciones previas a Maria Friedman se le diagnosticó un cáncer de pecho y debió ser intervenida de urgencia, aunque estuvo en el estreno 17 de Noviembre de 2005, en que ya se había mejorado el tema de las proyecciones y acortado más la versión estrenada en Julio en Londres, aunque la crítica no fue agradecida con el musical, diciendo que no era un musical horrible, pero sí bastante pálido”.

El musical tras todas sus penurias a ambos lados del Atlántico cerró en Broadway el 19 de Febrero de 2006, con poco más de 100 representaciones y una semana después cerraba en Londres el 25 de Febrero, donde se mantuvo en cartel durante 500 funciones, habiendo pasado por él otros actores famosos como Anthony Andrews o Simon Callow como Conde Fosco, aunque nunca llegaron al nivel de sus predecesores. En cuanto a Marian, el papel que estrenó Maria Friedman también fue interpretado por Ruthie Henshall.

MÚSICA: Andrew Lloyd Webber
LETRAS: David Zeppel

Existe en CD doble con la versión del musical estrenada en Londres. No existe grabación en video del musical.

Aquí os dejo un promocional del musical con algunos de los fragmentos del mismo.

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