CASA DE MUÑECAS
Henrik Ibsen, dramaturgo noruego internacionalmente conocido por sus obras “El enemigo del pueblo” o “Hedda Gabler”, fue muy polémico en su tiempo por su crítica al modelo establecido de familia y a los valores de la sociedad moderna y quizá sea “Casa de muñecas” la que mejor refleje sus planteamientos.
Si tenemos en cuenta que Ibsen murió en 1906 y sus obras siguen representándose, nos daremos cuenta de que sus textos siguen de plena actualidad. La versión que dirige Ximo Flores en la producción de CulturArts de la Generalitat Valenciana, está ambientada en el presente y el texto de Ibsen, en boca de unos actores vestidos con ropas modernas, nos suena cercano y creíble, mucho más que si lo viésemos ambientado en 1879, donde cabría pensar lo de que “eso pasaba antes”.
La puesta en escena es totalmente espartana. El salón de una casa, casi vacío, que no tiene más que una chaise longue moderna en el centro y una enorme pecera, en la que nadan dos peces diminutos, como un símil de la pareja protagonista que aparentemente tiene mucho espacio, en una casa de aspecto frío y de la que ni los peces, ni el matrimonio puede escapar, acotados por los límites de la pecera o las paredes de la casa.
Tras su estreno, la obra llegó a considerarse como la primera producción feminista, porque la mujer se rebelaba contra el rol que le asigna la sociedad primero y su marido después, pero Ibsen confesó en su momento, que es una rebeldía del ser humano ante los clichés en los que la sociedad lo ha metido y que Nora, la esposa en un momento se da cuenta y decide no ser una muñeca con la que primero su padre y luego su marido le dictan lo que tiene que hacer y decide escaparse a buscar su propia personalidad, abandonando de un portazo a su esposo, hijos y una casa en la que podría sentirse “segura”, para encontrarse a ella misma.
En la casa se queda el marido, preocupado por cómo verá la sociedad que su mujer le haya abandonado, más que por el hecho de que le haya dejado y será labor suya la de romper con lo establecido, para lanzarse al vacío, a la búsqueda de su propia identidad, pero nos damos cuenta de que el que dominaba la relación de la pareja, se nos presenta dominado por los prejuicios sociales.
Destacar la interpretación de Rebeca Valls como Nora y Maria Minaya como Cristina, su amiga de la infancia, sobre el resto de los intérpretes, donde Jerónimo Cornelles como el marido dio un cambio a su personaje a mitad de la obra, no sé si cosa de la dirección o de su composición del personaje, que no terminó de gustarme.
En fin, una valiente puesta al día de un clásico que continúa representándose en todo el mundo y ha conocido multitud de versiones tanto en cine, como en televisión o en teatro.
TEXTO: Henrik Ibsen
Para quien no la conozca y quisiera, acompaño video que han colgado en la red de la versión que emitió Televisión Española en el 2002, con Amparo Larrañaga, Pedro Mari Sánchez y Juan Diego.