FEDRA

La historia de Fedra, princesa cretense raptada por el rey Teseo con la que tuvo dos hijos fue conocida por enamorarse de su hijastro Hipólito, veinte años más joven que ella, un amor escandaloso y prohibido que serviría de inspiración entre otros a Eurípides, Séneca, Eugene O’Neal, Miguel de Unamuno o Salvador Espriu, además de adaptarse como ópera o llevarse al cine importando la historia a nuestros días como dirigió Jules Dassin en 1958 con Melina Mercuri en “Fedra” o Delbert Mann en 1962 con Sofia Loren en “Deseo bajo los olmos” (Desire under the elms), dándose la curiosidad de que en ambas películas el papel del joven lo hizo Anthony Perkins.

La Fedra original de Eurípides mostraba una mujer enamorada que luchaba por su amor a toda costa, a pesar de que fuese su hijastro y tuviese veinte años menos que ella, lo cual provocó el rechazo de la sociedad de la época. Eurípides más tarde escribiría otra obra “Hipólito” retomando los personajes de la mitología griega que sí tuvo gran éxito.La Fedra que nos presenta Paco Bezerra se acerca a la apartada idea de Eurípides y profundiza en la necesidad de luchar por lo que se quiere y encuentra en la piel de Lolita Flores la Fedra perfecta, valiente y decidida capaz de enfrentarse incluso a su propio hijo Acamante (Eneko Sagardoy) para defender lo que le dicta su corazón más allá de lo que la razón parece admitir como bueno.

La tragedia se divide en varios cuadros que van a enfrentar por parejas a los personajes desde el inicio con el rey Teseo (Juan Fernández) dejando a su hijo mayor Hipólito (Críspulo Cabezas) al cargo del reino, o a Acatone con Enone, una estupenda Tina Sáinz como la confidente de Fedra, tratando de sacar de su mutismo a la reina que parece haber caido en una enfermedad de la que no saben como sanar, o a Fedra con Hipólito o con Enone.La escenografía, muy sencilla en la que predomina el blanco y juega con la proyección de unos audivisuales que “visten” de alguna forma ese escenario casi desnudo, con dos o tres actores según el momento, solos con su palabra para expresar su pena, su agonía o su conflicto funciona muy bien y esa especie de gruta o cueva con ese enorme y vacío lecho son los únicos elementos que utiliza el director Luis Luque para no distraer al espectador, atrapándolo con el texto y las interpretaciones desde el arranque de la obra.

El atemporal diseño de vestuario de Almudena Rodríguez Huertas cumple con su cometido de acercar la historia a todo tipo de públicos, consiguiendo que su mensaje suene y nos resuene, a la vez que el aspecto moderno del escueto diseño escénico de Mónica Boromello permita ver un clásico sin provocar el rechazo de ese público joven que huye de todo aquello que suena a “antíguo”.Estrenada el verano de 2018 en el Teatro romano de Mérida con gran éxito de crítica y público está de gira por diferentes ciudades de España. Atentos a las carteleras de vuestras ciudades porque es una excelente ocasión para ver un texto más que clásico, inmortal.

TEXTO: Paco Bezerra 
DIRECCIÓN: Luis Luque

Terminamos con un video promocional de la obra

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