VILLA Y MARTE

por allwebber · Publicada 30 enero, 2023 · Actualizado 30 enero, 2023

Ron Lalá tras “EN UN LUGAR DEL QUIJOTE“, “CERVANTINA” o “CRIMEN Y TELÓN” han vuelto a acertar con una obra en la que valiéndose de un humor cargado de ironía, nos muestra a una nave espacial que se ha quedado sin combustible y no puede volver a la tierra, pero el capitán ayudado de su robot T.R.A.S.T.O. consigue amartiazar en el planeta rojo, para recuperar una carga de batería, que les permitia regresar a casa, pero todo se complica cuando descubre que el planeta que querían conquistar ya está habitado y además el capitán se enamora de una chulapa que lava su ropa en el Martiazares.

Esto no es más que el principio de esta locura simpática con muchos guiños al público y cargado de música y canciones originales en directo, que nos hacen encuadrarlo como un musical teatral, porque cada canción está integrada en la historia y hace avanzar la acción y estoy hablando de que cerca del 80% del texto es cantado y nadie del público se ha removido en su butaca, a pesar de que en ningún lado “advertía” que se trataba de un musical, sino de un sainete cómico-lírico de chulapos y mutantes.Una escenografía prácticamente inexistente y cinco actores-músicos que cantan en directo las canciones que han compuesto Yayo Cáceres, Juan Cañas, Miguel Magdalena y Daniel Rovalher para un texto de Álvaro Tato que dirige Yayo Cáceres. Los actores son Daniel Rovalher, Juan Cañas, Miguel Magdalena, Luis Retana y Diego Morales. El espectáculo lo firman como una creación colectiva de Ron Lalá.

Es una reivindicación del sainete y la zarzuela, también llamada género chico, aunque se permiten algún homenaje a temas súper conocidos en un mix que dedican a Madrid. Desde el principio con mucha sorna advierten al público que todos los intérpretes son madrileños de pura cepa y si alguien del público sufre un ataque de madrileñitis, abandone la sala y amonestan a que si se enciende el móvil de alguien del público durante la representación, le enviarán por la noche una rondalla que le cantará un chotis bajo de su ventana. El tono de la pieza ya está claro antes de que se abra el telón.Una puesta en escena sencilla, casi nula, que centra todo su trabajo en un texto con un cuidado exquisito por el verso y unas interpretaciones actorales y cantoras envidiables, que han conseguido meterse al público en el bolsillo, al que han hecho levantarse de la butaca y hacerlos bailar un chotis desde su sitio en platea. Vamos, unos maestros.