Ben Hecht y Alfred Hitchcock escriben esta historia em 1944. En plena Segunda Guerra Mundial. Ya hablan de nazis huidos a Brasil y construyen una trama en la que Cary Grant, enamorado de Ingrid Bergman, la incita a convertirse en espía por orden del gobierno. Aunque el arranque me parece algo forzado hasta el extremo de que Ingrid acepte prostituirse, para irse a vivir con Sebastián, a partir de ahí la película es una obra maestra.
Don Alfredo nos tiene en vilo constantemente. La escena de la fiesta con ese largo travelling hasta descubrirnos la llave e la bodega en la mano de Ingrid. La tensión que crea mientras nos muestra cómo se van terminando las botellas de champagne. El suspense con los protagonistas en la bodega siempre a punto de ser pillados. La larga escena del beso de más de dos minutos. Hitchcock se salta la censura que no permitía un beso en pantalla de más de dos segundos y Don Alfredo lo cumple. Se limita a encadenar uno tras otro múltiples besos de menos de dos segundos.
Ben Hecht es un guionista que participó sin acreditar en más películas famosas (Lo que el viento se llevó, El bazar de las sorpresas, Primera plana…), que en las que figura como guionista. Ya había trabajado con Hitchcock en “Recuerda” (Spellbound) y siguió colaborando con él en “El proceso Paradine” y “La soga”, aunque sin acreditar. En esta película reconocemos muchas frases suyas tan del gusto del maestro del suspense como “¿No coge abrigo?”… “No, le llevo a usted”.
Una maravilla de guión y dirección. Cine, cine, cine…