Esta obra está vinculada a la memoria y lo cierto es que a una gran parte de los habitantes de este país, el recuerdo de lo ocurrido en los años críticos de la transición política tras la muerte de Franco, le queda muy atrás, a veces desdibujado o inexistente para todos aquellos nacidos en los últimos treinta años.
La acción juega con la figura política de Adolfo Suárez, presentándonoslo en un ficticio debate televisivo actual, en el que se quiere recordar lo que fueron aquellos años tan importantes para España, cuando él fue Presidente del Gobierno, pero acto seguido se salta a una residencia en la que vemos a un Adolfo anónimo, al que los enfermeros por lo que cuenta, piensan que debe ser Adolfo Suárez.
Buceando en el recuerdo, el espectador de una mediana edad asociará algunos nombres como los de Felipe González o Santiago Carrillo, incluso Gutierrez Mellado, Amparo Illana o Torcuato Fernández Miranda, pero queda algo confusa la acción en sus saltos de los delirios en la mente de Suarez, sus momentos en la residencia o el presente en la cadena de televisión, lo cual descoloca cuando al final nos dicen que el enfermo no es Adolfo Suárez, sino un ujier de las Cortes con el que hablaba mucho el Presidente del Gobierno, al que le han aplicado Pentotal.
Los números musicales interpretados en directo por los actores, irrumpen en la narración con un “Mi querida España” que se me hizo larguísima, a pesar de las proyecciones con momentos de la transición y en la segunda intervención musical, donde cantan una tras otra canciones muy conocidas como “Mediterráneo”, “Rock and roll en la Plaza del Pueblo”, “Rasputin”, “Suspiros de España”, “Soy rebelde”, “Sólo le pido a Dios”, etc., me parecieron innecesarios y que no aportaban nada a la narración de la historia.
Hay un momento dedicado a las autonomías, donde se escenifica una anécdota que le ocurrió realmente al actor Antonio Valero, que debió acompañar al censor de la época a un concierto de Raimon para traducirle sus canciones. Suenan “Al vent”, “La gallineta” mientras los actores hacen como un pasacalle en un segundo plano, abanicándose con figuras con forma de cada comunidad, con la bandera de cada una de ellas, con un momento muy cómico, al aparecer una actriz, vestida como la cantante Martirio.En el texto hay referencias al momento político actual y quizá sea el cúmulo de ideas, en un guión en el que se navega entre el delirio y la lucidez descoloca un poco, como suponemos debe ser estar en la mente de alguien con Alzheimer y creer que sus elucubraciones son su realidad y aunque al final se nos quiera hacer creer que el protagonista no es Adolfo Suárez, salimos todos pensando que es él, viviendo con su Alzheimer apartado en una residencia.
Al igual que para lograr el consenso y salir victoriosos de la transición española, han colaborado para crear esta obra nada menos que el Centro Dramático Nacional, L’ Om Imprebis, Teatro del Temple y Producciones Meridional, además del Gobierno de España, Gobierno de Aragón, Inaem y Teatres de la Generalitat Valenciana, que tras su paso por algunas ciudades recaló durante cinco semanas en Madrid y todavía sigue de gira por España.
TEXTO: Julio Salvatierra y Alfonso Plou