“El vals del emperador” (The Emperor Waltz, 1948), es una película calificada como musical, si bien sólo tiene cuatro canciones a mayor lucimiento de Bing Crosby, con algunos números musicales en el Tirol y el vals de Johann Strauss II que da título a la película, pero su interés reside en que el guión y la dirección son de Billy Wilder y para mi cualquier película asociada a su nombre es motivo de obligada visión porque como dicen algunos “la peor película de Wilder, Hitchcock o Ford, matarían por haberla firmado muchos directores”.
En este caso Billy Wilder ya es un director de prestigio que ha estrenado “Días sin huella” (The lost weekend, 1945) con la que gana los Oscar como mejor película, director, guionista y actor principal (Ray Milland) y planea su siguiente proyecto con su colaborador Charles Brackett sobre el personal americano establecido en Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Para documentarse sobre el tema se desplazó a Alemania y descubrió que sus padres habían muerto en el holocausto. Tras pedirle que ayude en el montaje de un documental sobre los campos de concentración Wilder quedó tan impresionado tras visionar el material filmado que decidió aparcar el proyecto que años más tarde se convertiría en “Berlín Occidente” (A foreign affair), para volver a Estados Unidos y dirigir algo mucho más ligero, una película musical.
El rodaje no fue ningún jardín de rosas para Wilder que tuvo que lidiar con los divismos de Bing Crosby, que cambiaba a su antojo las frases del guión argumentando que él las sentía así, enfrentándose a Wilder que como guionista exigía que se ciñese al texto escrito. La relación entre Crosby y Joan Fontaine, actriz cedida por la RKO tampoco funcionó ya que el actor prácticamente la ignoraba como si fuera una recién llegada, cuando la actriz ya era toda una estrella tras haber protagonizado “Rebecca”, “Sospecha” o “Jane Eyre” entre otras.
La historia es una excusa perfecta para que Wilder se burle de la pretendida superioridad de la aristocracia europea y de la autosuficiencia del americano, hilvanando una comedia en la que no pierde ocasión de ridiculizar desde el psicoanálisis freudiano con el que el veterinario atiende al caniche del emperador, que sufre una crisis nerviosa o a la forma en que hablan los dueños de los sentimientos de sus perros como si fueran personas, con frases como: “Sherezade quiere daros las gracias por las flores que le ha enviado Bottons”.
La equiparación de la relación romántica entre los perros con la de sus dueños, da lugar a situaciones divertidas y no digamos la brillante y deliberada comicidad con que Wilder incluye los números musicales, haciendo de ellos un gag más de la película, que disfrutarán mucho los amantes del cine de Billy Wilder, que sabrán situarla en su tiempo y detectarán los guiños del director.
MÚSICA Y LETRAS: Varios
En su día apareció un disco de Bing Crosby con 4 temas de la película que además se publicó en DVD con las canciones subtituladas en español.
Termino con un fragmento de la película que alguien ha subido a la red
View Comments (2)
La mayoría de críticos dicen que esta es la peor película de Billy Wilder; ciertamente parece no estar muy a gusto con el musical (recordemos que cuando filmó "Irma la dulce" le quitó todas las canciones), pero es curiosa, debo revisarla pero a mi me gustó en su momento.
Saludos.
Es que decir la peor película de Billy Wilder es decir poco, porque por mala que sea comparada con el resto de su filmografía, no falta esa aguda ironía que le caracterizaba y que tanto me gusta.