La historia de la película la imaginaron tres genios del cine italiano, nada menos que Dario Argento, Bernardo Bertolucci y el propio Sergio Leone, siendo este último el que se encargaría de dirigirla. Leone ya era una celebridad tras su éxito mundial con su “trilogía del dólar” (“Por un puñado de dólares”, “La muerte tenía un precio” y “El bueno, el feo y el malo”). Con semejante as en la manga se dispuso a rodar otra la trilogía, ahora centrada en la historia de América, comenzando con una sobre el mundo de la mafia y los gangsters, pero Paramount que iba a patrocinarla, quiso que antes hiciese otro de sus spaguetti westerns, con los que había reflotado el género.
La trilogía con el paso del tiempo sería (“Erase una vez en el Oeste”, “Érase una vez en América” y “Érase una vez la revolución”), que en España los distribuidores se cargaron la “marca” que definía la trilogía y las llamaron “Hasta que llegó su hora”, “Érase una vez en América” y “Agáchate maldito”. Leone tuvo un presupuesto de cinco millones de dólares que le abrió todo un abanico de posibilidades. Desde rodar en el Monument Valley, homenajeando a su maestro John Ford, a contratar el reparto que quisiera.
La película tiene todos los tópicos del western. La llegada del ferrocarril. El desconocido que llega no se sabe de donde y tras solucionar los problemas del lugar se marcha. Los bandidos. La venganza largamente esperada. Los pistoleros a sueldo. La mujer de pasado dudoso, etc con Leone todo parece nuevo. Rodada con unos primerísimos planos, juega muy bien con los silencios (la escena del inicio en la estación es modélica). Y cuando entra la música de Morricone, con esos traveling aéreos (la llegada de Jill a la estación) o esas tomas panorámicas (el viaje de Jill en calesa a través del Monument Valley), es cuando la película se desparrama en una borrachera de arte y un disfrute para la vista y los sentidos.
La película está en FILMIN