Descubrí esta película en un pase televisivo y me encandiló como entusiasta de la civilización egipcia y la construcción de las pirámides. Ese cruce de historias de la ambiciosa Joan Collins, que se sirve de su belleza para conseguir sus propósitos, unido a la construcción de la pirámide del faraón Keops, que desconfiando de sus arquitectos emplea a unos esclavos que la construyan con un mecanismo que la hará inexpugnable, me fascinaron desde el primer fotograma dejándome boquiabierto con el cierre de la película.
La película se rodó en 1955, cuando no existían ordenadores para clonar extras, ni se podía falsear digitalmente la ampulosidad de grandes decorados. En el rodaje se contaron cerca de 10.000 extras. En el reparto aparte de Jack Hawkins como el faraón Keops y Joan Collins como la princesa Nellifer, están James Robertson Justice y Dewey Martin como los arquitectos, padre e hijo, que se encargan de construir la pirámide, con la promesa del faraón de que al término de la obra, todo su pueblo que participase en la construcción quedarían libres.
Con el paso de los años fue ganando el reconocimiento que merece y fue reivindicada por directores como Martin Scorsesse o Francois Truffaut. Para mi la historia y las intrigas siguen funcionando a la perfección.
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