David Harrower es un escritor escocés al que le encargaron una obra para estrenar en el Festival de Edimburgo en 2005 y ese encargo se convirtió en “BLACKBIRD”, una dura pieza teatral en la que el autor se inspiró parcialmente en un suceso real y con la que recibiría el premio de la crítica como mejor obra del año. De allí daría el salto al West End londinense en Febrero de 2006, donde se alzaría con el Premio Olivier a la mejor obra y en 2007 se estrenaría en el off Broadway de New York, protagonizada por Jeff Daniels y dirigida por Joe Mantello, director de musicales como “Wicked” o “Assasins”, que decidió reestrenarla en 2016 pero en un teatro de Broadway, contando de nuevo con Daniels y con Michelle Williams, producción con la que tanto la obra como Williams ganarían una nominación al Premio Tony.
“Blackbird” se ha estrenado en muchos países. En España pudo verse en catalán en la producción que dirigió Lluis Pascual en Enero de 2013 con Jordi Bosch y Bea Segura en los papeles protagonistas y aunque muchos fueron los directores que quisieron montarla en español, no parecía fácil dar con el actor que quisiera hacer el papel protagonista, pero cuando Irene Escolar, nuestra joven actriz ganadora del Goya y muchos premios por su papel en la película “Un otoño sin Berlín” leyó el texto, rápidamente compró los derechos para poder meterse en la piel de aquel personaje algún día, cuando su edad y seguridad actoral se lo permitiesen.
La obra arranca con la inesperada visita de Una (Irene Escolar) a Ray (José Luis Torrijo), con el que tuvo una bonita historia de amor quince años atrás, pero que terminó brucamente y ella le ha buscado desde entonces para que le explique el motivo de su abandono, sin dejarle tan siquiera una nota. Estamos ante un caso de un amor ilegal, pero Harrower no plantea la historia como una violación o un abuso, ya que la relación fue consentida y ambos estaban enamorados y poseidos por la pasión de un amor, ilegal porque así lo dice el código penal, aunque el autor no les da en ningún momento trato de víctima o verdugo, bueno o malo, ya que ambos salieron machacados de aquella historia, pero él pagó la culpa de cárcel que le impuso la justicia y cambió de ciudad y de nombre, pero ella siguió en su ciudad soportando la condena constante de sus vecinos.
Sin que la obra sea en ningún momento una apología del tipo de relación que plantea, como se comentó en el encuentro con el público al que tuve la fortuna de acudir, nos coloca como testigos de un hecho pasado, juzgado y castigado por ley, que nosotros como sociedad seguiremos juzgando y marcando a las personas aunque hayan cumplido con su castigo ante la sociedad y sólo nos basta con echar la vista atrás y ver cómo se condenaba hace relativamente muy poco tiempo el amor entre personas de distinta raza, del mismo sexo o en caso de adulterio, hechos que en muchas ocasiones para la sociedad de hoy no es delito, pero se sigue juzgando y se “tolera” más con la boca que con el corazón. ¡Qué difícil es no juzgar!.
El texto es intenso, con un léxico atrevido principalmente en boca de Una, personaje que posee a Irene Escolar con toda su rabia, despecho e insultos disparados contra un controlado José Luis Torrijo, que trata de que la situación no salte por los aires y sepan fuera de aquella habitación de su pasado. La habilidad de Harrower para ir administrando información sobre Una, sobre Ray, haciéndonos cambiar nuestra opinión sobre de lo sucedido, dándonos poco a poco las piezas que nos ayuden a recomponer el puzzle de aquella noche, adquiere en ocasiones carácter de thriller y Carlota Ferrer lo ha utilizado sabiamente con la separación de la acción en dos niveles, uno en la parte superior, enmarcado como si estuviésemos viendo una película y otro en un primer plano que representaría la ciudad donde ocurrió todo años atrás, diseñada con casitas de pájaro emulando los edificios, como un guiño al título de la obra.
Otro momento que me descolocó fue ver al protagonista tomar una guitarra para cantar “Angels” de Robbie Williams en inglés, sin traducir el texto en la pantalla de detrás, seguido de una especie de danza muy bien ejecutada por los actores, que la directora comentó que tras 40 minutos de obra intensa quiso que el público dejase de ser un mero “voyeur” y pasara de estar en la cabeza a la emoción, al corazón y lo que quiso representar con la coreografía era el estado anímico de los protagonistas, aunque tampoco importaba si no se entendía, porque “no siempre hay que entenderlo todo”, pero reconozco que las explicaciones y coloquio posteriores me ayudaron y mucho a valorar mejor el trabajo grupal.
Resumiendo, una obra dura, difícil e intensa, que propiciará no pocos debates, en la que brilla como siempre con luz propia, una exquisita Irene Escolar, que en principio estará en el Teatro Pavón Kamikaze de Madrid hasta el 7 de Mayo de 2017.
TEXTO: David Harrower
DIRECCIÓN: Carlota Ferrer
Terminamos con dos videos promocionales de la obra y una estupenda entrevista con Irene Escolar que nos ayuda a conocerla un poco más
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Hola soy una Joven Directora de Teatro, y me gustaría contactarlos para montar esta pieza en mi país.
El texto no es vendido en Venezuela. Por lo que quisiera saber cómo puedo obtenerlo.
Quedo Atenta
Gracias
Saludos
Supongo que tendrías que comprar los derechos de representación de la obra, para lo cual deberías ponerte en contacto con el autor de la misma y eso no tengo ni idea ee cómo hacerlo.