Escapada a London

La semana pasada, hubo fin de semana relámpago a Londres.

La capital del Támesis siempre ofrece actividades suficientes para agotar tu imaginación y es tan variada que puede provocarte algún que otro dilema, ya que mientras no tengamos el don de la omnipresencia, nos es imposible estar en varios sitios a la vez. Como muestra un botón, bueno o varios botones:

Whoopi Goldberg había anunciado que se incorporaba al elenco de Sister Act sólo por 23 funciones, interpretando a la madre superiora hasta final de Agosto. Como no sabía si mi avión sería puntual y me daría tiempo a llegar a la función matinal del sábado, no me arriesgué a sacar la entrada y me salió todo bien, a nivel de aviones, trenes y enlaces, llegando al teatro con la maleta de fin de semana, media hora antes del comienzo de la función, pero me dijeron que estaba todo vendido y una larga cola de gente esperando las devoluciones me hizo desistir del tema.

De todas formas, ya había visto la obra dos veces y aunque no me hubiera importado verla una tercera y más con el aliciente de Whoopi, me encaminé a mi hotel arrastrando la maleta con resignación por Carnaby Street… ¡es lo que hay!, me dije.

Ahora resulta que la madre de Whoopi tuvo un ataque anteayer y la actriz salió a toda prisa a América dejando la obra antes de lo previsto. ¡Suerte para los que pudieron verla!…. Yo de ellos compraría cupones de la ONCE, porque tienen la suerte de cara.

Por la tarde la consabida visita a los antros de vicio más populares, desde la archiconocoda tienda Dress Circle, a la paradita de rigor en la prestigiosa Donmar, donde el mes que viene nos aguarda otro Sondheim con Elena Roger de protagonista.

Por la noche, la experiencia nos hizo ir con las entradas aseguradas, a César lo que es del César… y a Sondheim lo que es de Dios. Pues eso, por la noche me llevaron al bosque, que no al huerto.

A ver, entendámonos. Regent Park, uno de los parques más grandes de Londres, tiene dentro suyo el  Open Air Theatre, o sea, un teatro al aire libre. Los últimos años sus producciones han sido multipremiadas desde Gigi a Hello Dolly y el musical para este verano, coincidiendo con el 80  aniversario de Sondheim, ha sido nada menos que Into the Woods. Acierto total. Marco inmejorable, sin necesidad de decorados. El escenario en medio de un bosque real, no porque fuera propiedad de la Reina, que también, sino real de verdadero.

Había estado mucho tiempo atrás en este teatro viendo Paint your wagon (La leyenda de la ciudad sin nombre) y no me entusiasmó, pero esta vez fue increíble. El entorno te metía en otra dimensión, gente cenando de picnic en medio del parque, otros llevaban su manta y la  tendían en el suelo sacando su botellita de champagne y copas para ver plácidamente la función. El bar rodeado de árboles decorado con bombillas diminutas, aparte de una iluminación indirecta que daba al espacio una atmósfera elegante, casi mágica.

La obra genial, un reparto en el que Hannah Waddingham es la Bruja, Hellen Dallimore es Cenicienta, Jenna Russell  la mujer del panadero y Judi Dench la voz de la gigante, nos puede ir dando una idea del nivel del cast. Sobre la obra, en breve incluiré una reseña del musical, para mi, desde ya, uno de mis Sondheims favoritos.

El domingo tuvimos que dividirnos por la tarde y es que hay demasiado donde acudir. Vicky Cristina Patacona, uys perdón, eso no es de aquí, unos fueron a cumplir su promesa al Royal Albert Hall a rendir homenaje a sus compositores favoritos Rodgers y Hammerstein, escuchando en el concierto de los PROMS así, como el que no quiere la cosa, a Sierra Boggess, Kim Criswell o Julian Ovendon cantando los inmortales temas de Oklahoma, Carousel o South Pacific, que emitió la BBC TV el sábado pasado y al viento digo por si hay alguien escuchando: ¿Para cuándo un satélite que podamos abonarnos a los canales que nos interesen?….

El triángulo AVE, Sevilla-Madrid-Valencia, escogimos la Menier Chocolate Factory, una elección hecha muy conscientemente. Desde ya digo, que mientras no cambien las cosas, parafraseando a Scarlett O’Hara levantando el puño al cielo grito aquello de: “A Dios pongo por testigo de que nunca fallaré a un musical de la Menier”.  Eso de ver la obra como si estuvieras en el salón de tu casa, es algo a lo que te acostumbras demasiado pronto.


En esta ocasión Trevor Nunn ha vuelto a dirigir para la Menier el Aspects of love de Andrew Lloyd Webber, que dirigiera en su estreno original hace más de veinte años, ahora en una puesta en escena muy básica, casi inexistente, pero en la que funciona todo como un reloj y cada detalle está pulcramente elegido. Los cambios constantes de decorado, vestuario y mobiliario encajan milimétricamente y el trabajo de regiduría es de un veinte. Por otro lado, el cast donde sobresale por mérito propio Dave Willetts, en el papel de Georges el tío rico de Alex, Michael Arden como Alex y Rosalie Craig en Giulietta la escultora, mientras que Katherine Kingsley como Rose para mi estuvo sobreactuada en momentos.

La historia es todo un folletín en el que l@s protagonistas van pasando de brazos de un@s en brazos de otr@s y aunque dure dos horas y media, como la acción abarca más de 17 años, pasan muchas cosas y aunque no conozco la novela original en la que se basa, el libreto me parece un poco precipitado en el que casi en cada escena, un protagonista ha cambiado de amante y lo realmente queda al final de todo es la partitura de Lloyd Webber que vuelta a orquestar para menos de 10 músicos, perfectamente interpretada musical y vocalmente, sobresale como la auténtica estrella de la función.

Por otro lado, por fín, aparte de disfrutar del teatro en la Menier, por primera vez, comí en el Restaurante y no será la última vez que lo haga. Alguna vez lo había pensado, pero David, tu recomendación me hizo querer probar una Menier “completa” y no me refiero a una sesión de función más restaurante, sino que nos pedimos la hamburguesa completa de la Menier y …. Ozú, ¡qué poderío!. Digo poderío, no resaca.

Por cierto, si a alguien -aparte de mi- le han gustado las fotos que acompañan esta mini crónica, que sepan que son de Julio Rodriguez y en breve va a tener más de esta escapada y de otras ciudades en su blog, al que visitarlo tiene la doble habilidad de cabrearte por ver cómo tú no sabes poner el ojo donde él, pero a la vez es relajante por llevarte con esas imágenes  robadas de un momento banal,  que el  sabe convertir en arte.

Con cariño a los del AVE y la Patacona y a los ausentes del Camp de Morvedre.

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