SWEENEY TODD, Chichester 2011
Cuando me enfrento a un musical que conozco, siempre tengo la curiosidad de ver cómo han resuelto el nuevo montaje y las diferencias con las versiones que ya he visto. En este caso, tratándose de “Sweeney Todd“, posiblemente mi musical favorito de Stephen Sondheim y habiendo tenido oportunidad de verlo en distintas ocasiones, el morbo era verlo en Chichester, cuyo teatro aún no conocía y hasta el momento todas las referencias de los distintos montajes que habían hecho, eran muy buenas y además tenía el valor añadido de ver a Michael Ball en semejante personaje.
Desde la entrada al teatro, sorprende la concepción escénica, porque el público casi rodea el escenario, que sobresale de lo que sería la caja habitual en cualquier teatro. Además, desde el primer momento te van situando en ambiente, porque en escena, unas señoras están fregando el piso, otros actores cruzan el escenario llevando sacos, un parroquiano esta tomando una cerveza en la mesa de una cantina, etc. en un fluir de actores antes de que comience la obertura clásica, que en esta ocasión también está variada en cuanto a representación, con respecto a la original que ya conocía.
No quiero entrar en detalles de las diferencias en el montaje para no privar de la sorpresa a los que puedan ir a verla, porque se rumorea que están en tratos para llevarla al Adelphi Theatre de Londres, aunque cuando se lo pregunté a Michael Ball dijo que todavía no estaba confirmado. También le preguntaron cuando iba a ir Stephen Sondheim a ver la obra, que un problema en la espalda le había impedido verla todavía y Ball contestó que irá el próximo viernes 21. La orquesta, iluminación y diseño del musical son excelentes y se les saca un partido difícil de reproducir en un escenario clásico.
La gran sorpresa para mi fue Imelda Staunton. Es una Sra. Lovett que interpreta y canta excelentemente, con sus toques de humor, sus pausas perfectamente medidas, sus momentos dramáticos de ponerte la carne de gallina, en ese final cuando le grita a Todd con la voz desgarrada: “Lo hice porque le quiero Sr. Todd. Le quierooooo…” aún parece resonar en mis oídos y la química con Michael Ball es estupenda. Imelda hace una creación de “The worst pies in London” o “By the sea” y su contrapunto cómico con la figura amargada del vengativo Todd funciona muy bien, alcanzando su climax en el excelente “A little priest” donde se les ve perfectamente ensamblados, consiguiendo cerrar el primer acto con una ovación cerrada en todo el patio de butacas.Había visto a Michael Ball casualmente justo antes de la obra, porque al salir de taquilla de recoger las entradas, llegó con su monovolumen conducido por el mismo y quería aparcar justo en la plaza del parking, en la que estábamos comprobando que las entradas eran correctas. Luego me enteré que vive en Chichester y estuvo amabilísimo con el público que le rodeó para hacerse fotos con él, preguntando si había alguien más que quería una firma o una foto, porque faltaba poco más de una hora para empezar la función, pero sin dar aspecto de prisa o de hacerlo por compromiso. Una frase amable para uno, una respuesta graciosa para otra. Le preguntaron sobre la función y dijo “me parece que hoy se le va a cortar el cuello a alguien”, en medio de las risas de todos.
La persona que salió a escena no tenia nada que ver con Ball y es que el actor está excelente. Su caracterización con la barba y el mechón de pelo que cae sobre su cara, dándole un aspecto más fiero, es perfecta para hacer creíble un personaje que era todo un reto para él, porque su físico y su cara de “niño bueno” no le ayudaban, pero sus miradas -es imprescindible estar cerca para captar esos detalles- y su interpretación corporal, son perfectos.Queriendo hacer un paralelismo. Pensé en el Anthony Perkins de “Psicosis” (Pyscho), donde nos daba la sorpresa de encerrar su personaje tras una cara, también de “niño bueno”, pero mientras el Norman Bates de Perkins es bueno y nos engaña durante toda la película, Todd es vengativo, malhumorado, asesino y nos muestra esa faceta desde el principio, aunque también se ríe y bromea en alguna ocasión con la Sra. Lovett, con lo que nos da un abanico más amplio de estados de humor, que exigen otros registros por parte del actor.
Quizá eché en falta que en vez de su andar sigiloso, como apareciendo de la nada, para asustar a los personajes cuando llega sin ser oído, me hubiera gustado verle en un andar más pesado, como más terrenal, de un cuerpo más pesado, como de alguien más cansado… aunque puede que sea un matiz marcado por la dirección, y esto lo digo por ponerle algún pero, porque aún recuerdo un señor sentado delante mío, que al final, de pie, aplaudiendo enérgicamente, se giraba a los de atrás diciéndonos: “Absolute amazing. Michaell Ball is incredible”.
El tema “My friends” Michael lo borda, como cada canción. Tuvo un par de quiebros en la voz que me hicieron temer un desfino que no llegó a producirse. Aún recuerdo el final de una canción manteniendo la nota a capella hasta lo imposible, incluso cuando ya estaba fuera de escena, pero dejemos lo de Michael Ball cantando, que no necesita de más explicación.
El resto del reparto Peter Polycarpou como el alguacil Bamford o John Bowe como el Juez Turpin están bien, James McConville estuvo muy bien como Tobías, Gillian Kirckpatrick bien también como la mujer mendiga y Robert Burt estuvo a la altura como Pirelli. Lucy May Barker como Johanna, para mi la peor con diferencia, guapa y muy lírica, pero su voz me resultaba fría y en algún momento me disgustaba, mientras que Luke Brady estuvo correcto como Anthony desaprovechando un tema fabuloso como “Johanna” que no consiguió conectar con la emoción que transmite el tema.
El final de la obra me encantó, viendo como poco a poco, se iba generando la escena con la que habíamos entrado a la sala, antes de comenzar la obra, como cerrando el círculo que abrieron al permitir la entrada a la sala. En tres palabras: Todo un lujo.
MÚSICA Y LETRAS: Stephen Sondheim
Existe el CD con el audio de esta producción. Lamentablemente no existe grabación en video de este montaje y sólo ha sobrevidido algún pase de gráficos para la prensa como este “A little priest” que os adjunto para que entendais de la calidad de la pareja protagonista.
Michael Ball siempre ha sido y lo seguirà siendo un a elecciòn segura…( un tir al piso).
Era difícil tras los anteriores SWEENEY que había visto, poder sorprenderme con este nuevo y lo cierto es que la pareja protagonista están estupendos. El mismo Sondheim alabó su interpretación, amplió su estancia un día más en Chichester para poder ver la obra por segunda vez y ha dicho que debería pasar esa producción al West End, como así ha sido e incluso comentó que debería poder verse en Broadway con Ball & Stanton.