LA LEYENDA DE LA CIUDAD SIN NOMBRE (Paint your wagon)
Tras el tibio recibimiento de “PAINT YOUR WAGON, el musical“, la pareja formada por el compositor y letrista Frederik Loewe y Alan Jay Lerner consiguieron su gran éxito con “MY FAIR LADY“, la adaptación musical de “Pigmalion” de George Bernard Shaw, en 1956, que se ha convertido en un clásico del musical y que ha seguido llevándose a escena recurrentemente desde entonces, y también tuvo su adaptación cinematográfica en 1963, de la mano de George Cukor.
Con el éxito en Broadway de “MY FAIR LADY“, la pareja se embarcaron en un nuevo proyecto, la adaptación a la pantalla de la novela de Collete, “GIGI“, que dirigió Vicente Minelli en 1958, con guión de Alan Jay Lerner y canciones de Lerner & Loewe, película con la que consiguieron nueve Oscars, incluyendo el de mejor película, uno para Lerner como guionista, otro para la pareja por la canción “Gigi”, y otro para André Previn como adaptador de la banda sonora.
El éxito de “Gigi” impulsó el nuevo y ambicioso proyecto de la pareja, “Camelot” en 1960, pero las tensiones surgidas en el montaje, entre otras causas por el deseo de dirigir que mostraba Lerner, hizo que tras el estreno, la pareja se separase. Loewe se retiró a Palm Spring y Lerner continuó trabajando en otros proyectos, en teatro, asociado con otros compositores, y en cine como guionista o adaptador, y muy interesado en otras facetas, como la producción y la dirección.
En teatro musical se asoció con André Previn, con quien estrenó “Coco”, en 1969, con Katherine Hepburn en su única participación en un musical y en cine participó como guionista en las adaptaciones de “My fair lady” y “Camelot”, ambas producidas por la Warner.
En los años sesenta el género musical cinematográfico estaba en crisis. Casi se podría decir lo mismo de la escena. El género se debatía entre las composiciones y temas clásicos, frente a la eclosión de la música popular y temas que reflejasen conflictos humanos y sociales de mayor actualidad. El ejemplo más claro de esta línea fue “West side story” (Robert Wise, 1961) que presentaba una partitura con presencia de ritmos latinos y jazzísticos, para narrar una historia de bandas juveniles y problemas raciales. Así, durante esta década, se vivió una evolución del género, rodándose películas en esta línea, combinándose con la presencia de adaptaciones clásicas. En esta indefinición, con la idea de la actualización del género, pero tomando como base un musical clásico, surgió la adaptación de “Paint your wagon”.
A pesar del éxito que supuso “My fair lady” en los sesenta, la Warner acumulaba más fracasos que éxitos con la adaptación de musicales clásicos, incluyendo “Vivir de ilusión” (The Music Man, 1962), “La reina del vaudeville” (Gypsy, 1962), y sobre todo “Camelot” (Camelot, 1967), dirigida por Joshua Logan, en 1967, con guión del propio Alan Jay Lerner y canciones de Lerner & Loewe. Con estos precedentes, la Warner declinó la adaptación de “Paint your wagon” y la Paramount tampoco confiaba demasiado en el ofrecimiento de Alan Jay Lerner, de llevar a las pantallas un musical antiguo suyo, que además no tuvo demasiado éxito en Broadway.
Hubo en su momento una primera idea de adaptación, cuando Louis B. Mayer compró los derechos en 1957, para darle a su estrella Gary Cooper, la posibilidad de protagonizar una gran película en Cinerama, pero al morir Mayer ese mismo año, el proyecto fue abandonado y quedo gafado.
Pero la Paramount, al comprobar que Lerner debía tener en buena estima el musical, porque se ofreció a producirlo en solitario, reconsideró su postura y la productora, a pesar de su desconfianza, ante el gran éxito el musical “Sonrisas y lágrimas” (The Sound of Music, Robert Wise, 1965), propuso darle el mismo modo de realización y rodar “Paint your wagon” en exteriores, ya que el argumento invitaba a ello.
Afrontando la producción, Lerner pensó que su libreto original no funcionaria, y encargó una revisión a Paddy Chayefsky, prestigioso guionista, ganador entonces de un Oscar por “Marty” (Delbert Mann, 1958), que aún habría de ganar antes de su muerte dos Oscars más, por “Anatomía de un hospital” (The Hospital, Arthur Hiller, 1971) y “Network, un mundo implacable” (Network, Sidney Lumet, 1976).
La historia evolucionaria un tanto, adaptándose a las nuevas preocupaciones sociales de la América de finales de los sesenta. Así, y al igual que “Camelot”, pero de manera más desenfadada, la historia se centraría en la relación de amistad de dos hombres, enamorados de la misma mujer, teniendo como telón de fondo una ciudad que en el musical se llamó Rumson City y en la película fue la Ciudad sin nombre, sin leyes, iglesias o instituciones, poblada por hombres provenientes de distintas culturas.
Ben Rumson ya no sería viudo, ni tendría una hija, sino un socio con el que compartiría todo, hasta su esposa, Elisabeth, que compra a un mormón y como telón de fondo, una sociedad de mineros con su propia moral, muy alejada de convencionalismos, la historia evolucionaria hacia posturas transgresoras y menos moralizantes.
Con la adaptación de Chayefsky en la mano, y asumiendo el cambio de historia, Lerner escribió el guión definitivo, suprimiendo un buen número de canciones, haciendo desaparecer algunos personajes y añadiendo otras nuevas. Para las nuevas canciones, al estar retirado Loewe, Lerner se vuelve a asociar con André Previn y de su colaboración nacen canciones con nuevos ritmos cercanos al pop, como “The First Thing You Know”, “A Million Miles Away Behind The Door”, “The Gospel Of No Name City” y, sobre todo, “Gold Fever”, además de mantener las más populares del musical, como “I’m On My Way”, “They Call The Wind Maria”, “I Talk To The Trees” y “Wand’rin Star”.
Los arreglos orquestales correrían a cargo de Nelson Riddle, buscando a alguien capaz de mezclar cierta tradición country con la línea melódica propuesta por Previn.
Cuando la Malpaso Company (Malpaso Productions a partir de 1988) entró en el proyecto, la producción tomo forma definitiva. Sería la tercera película de la emergente productora, y aportaría, además de capital, al segundo protagonista, un Clint Eastwood deseoso de explorar nuevos campos como actor, que le permitieran asentarse definitivamente en el mercado norteamericano. A partir de ahí, las decisiones que se fueron tomando, una vez actualizada la historia y el repertorio, iban encaminadas a garantizar un éxito en taquilla.
Para el personaje de Ben Rumson, que evolucionaría del grave viudo abandonado por su segunda esposa, a un desprejuiciado y errante buscador de oro, borrachín en constante movimiento, capaz de comprar una mujer y compartirla sin el menor asomo de culpa, ya no cuadraba el aspecto sereno que pudiese haber aportado Gary Cooper y casi desde el primer momento se pensó en Lee Marvin, para que recreara una de las dos caracterizaciones que llevaba a cabo en “La ingenua explosiva” (Cat Ballou, Elliot Silverstein, 1965) y que le reportaron un merecido Oscar.
En aquel momento Marvin estaba muy implicado en “Grupo salvaje” (The Wild Bunch, 1969), el proyecto de Sam Peckinpah y hubo que ofrecerle un millón de dólares, más un porcentaje en taquilla, para que aceptara unirse al proyecto. Para el personaje femenino sí hubo más candidatas Lesley Ann Warren, Sally Ann Howes, Faye Dunaway, Julie Andrews siendo Kim Novak la que estuvo más cerca de conseguir el papel de Elizabeth, pero teniendo en mente la taquilla europea, y para facilitar la apertura del mercado, se pensó en una actriz europea, recayendo finalmente en Jean Seberg que aunque no cantaba y era americana, se había convertido en una musa del cine europeo, desde que rodara con Godard “Al final de la escapada” (À bout de souffle, 1961).
El resto de personajes fue cubierto con habituales actores de reparto, como Ray Walston, teniendo buen cuidado en que al menos una de las canciones más emblemáticas del musical, “The Call The Wind Maria”, fuese adjudicada a un cantante como Harve Presnell. Como guiño al público juvenil, y a la música pop, se consiguió incluir a la Nitty Gritty Dirt Band, grupo de country folk rock, fundado en 1966.
La elección de Joshua Logan como director, sólo cabe pensar que fuera por la buena relación que mantenía con Lerner, a pesar del fracaso que supusiera “Camelot” y a pesar de las malas críticas que Logan había cosechado por su adaptación de “South Pacific” en 1958, pero Lerner pensó que sería el director adecuado para conseguir que esos actores se sintieran cómodos en su nueva faceta de cantantes.
Para la fotografía se busco a William A. Fraker, joven director de fotografía que había demostrado en “Bullit” (Peter Yates, 1968), una habilidad especial para filmar en exteriores con luz natural.
Con todo ya preparado, el equipo se trasladó a Baker, Oregon, donde concurrieron además un buen grupo de extras provenientes de la población hippie de Portland. Mientras iban llegando y se ponía en marcha el rodaje, hubo que ir pensando en cómo envejecer a Lee Marvin para que pareciera mucho mayor que Eastwood, cuando en realidad solo les separaban seis años.
Los rodajes en exteriores suelen ser complicados, y suelen plantear muchos imprevistos y este no fue una excepción, desde la construcción de todo el poblado minero, con sus norias y canales, hasta el mantenimiento de un grupo tan numeroso, las dificultades fueron llegando y alargando el rodaje. A todo ello se unió una mala planificación, que obligó a volver a rodar en exteriores una vez concluido el rodaje y cuando ya se estaban filmando los planos de estudio.
Por otro lado, el ambiente del rodaje se fue complicando, llegando a decir Joshua Logan que “desde que Atila el huno arrasó Europa, dejando quinientos años de total oscuridad, no había habido un hombre así hasta Lee Marvin” y es que al perecer, Marvin insistía en beber alcohol real en las secuencias en las que bebia en la película y como bebía casi todo el tiempo, parece que pasaba borracho buena parte del rodaje. Esto, lógicamente, exasperaba a Logan que pasaba de puntillas en las secuencias con Marvin, y con las menos repeticiones posibles. Marvin entonces decidía emborracharse con la población hippie de extras, dificultando entonces el rodaje de planos generales.
Al final, después de cinco meses de rodaje, la Paramount despidió a Joshua Logan y fue Tom Shaw, el asistente del director, quien terminó la película, pasando a figurar en los créditos como productor asociado. Para Eastwood resultó una experiencia muy desagradable, no por su trabajo o por el resultado, sino por tener que estar comprometido mucho más tiempo del previsto y a partir de entonces decidió mantener más control sobre sus producciones, dirigiendo su primera película dos años más tarde.
El estreno no fue bien acogido por la crítica, y aunque no fue un sonoro fracaso, no tuvo el éxito en taquilla que los productores esperaban, aún así la película no era tan desdeñable. La partitura lograda por el tándem Lerner & Loewe & Previn presentaba un ramillete de buenas canciones, que encajaban perfectamente en la trama y ayudan al avance de la historia. La orquestación de Nelson Riddle se encargó de mezclarlas con las supervivientes del antiguo musical, buscando el máximo ajuste. De hecho, algunos de los temas se han convertido en clásicos y su interpretación en la película en general es correcta y ajustada.
En un reparto mayoritariamente de hombre, los puntos fuertes para dar continuidad al musical se encuentran en los coros masculinos, y estos interpretan las canciones corales al máximo nivel “I’m On My Way” o “There’s A Coach Comin’ In” tienen potencia, son poderosos, y están brillantes y perfectamente interpretadas y su participación de fondo en otras, como “They Call The Wind Maria” o “Wand’rin Star” es perfecta. De hecho, la interpretación que Harve Presnell hace de “They Call The Wind Maria”, unido a los coros de fondo, resulta tan limpia y llena de tristeza que sobrecoge.
Clint Eastwood defiende perfectamente su papel, desenvolviendose en la comedia como pocas veces se ha visto posteriormente y las interpretaciones de las canciones resultan más que correctas. Puede que no tenga una voz poderosa, pero su conocimiento de la música y de su propia voz, le permite desenvolverse como cantante sin dificultad. De hecho, en algún tema como “Gold Fever”, su laconismo y sentido del ritmo, favorece una interpretación del tema bastante cercana a un standard.
Lee Marvin mantiene perfectamente la equidistancia entre la comedia, la bravura y la melancolía que el personaje requiere. Crea un golfo, socarrón, tierno y triste Ben Rumson, que quizá en otros actores hubiera resultado muy poco creíble. Interpreta sus temas con una voz poderosamente grave y cascada, obteniendo unas versiones muy personales. Tanto, que su versión de “Wand’rin Star” se convirtió de manera inesperada pero fulgurante, en numero uno en las listas del Reino Unido, reportándole un disco de oro.
A Jean Seberg, una bellísima Elisabeth, que parece frágil pero esconde la solidez y determinación de los pioneros, la tuvo que doblar al cantar Anita Gordon, pero su personaje se desenvuelve de manera absolutamente convincente, en una situación desquiciada que ella convierte en normalidad cotidiana.
La película contaba con un amplio presupuesto y se nota en cada milímetro de metraje: espectaculares decorados exteriores, que abarcaban el pueblo minero con sus norias y canales al principio, para luego ir construyéndose toda una ciudad, abundando los planos generales plagados de extras, en constante movimiento y actividad y las tomas panorámicas y aéreas.
Sin embargo la fotografía de William A. Fraker resulta ser discontinua, mostrando una claridad límpida iluminada con luz natural en esos planos generales, a los que dota de un brillante realismo (hasta con presencias de esquirlas de deslumbre), para luego en los planos medios o en los de recurso utiliza filtros y desenfoque, que confieren por momentos una sensación onírica extraña y desacertada.
Frente a esos planos generales, de carácter generalmente burlesco, la película muestra con mucho acierto otros momentos serenos, de sincera intimidad, como la noche de bodas de Ben y Elisabeth, la simpática decisión de formar un trío, o la despedida de Ben y Socio y aunque el ritmo es irregular y esos momentos burlescos son excesivamente largos, y la película decae en algunos momentos, no es una película desdeñable, ni siquiera teniendo en cuenta el fallido final, excesivamente largo y excesivamente burlesco, que no casa con el tono de humor de la película, burlesco, pero no tan tonto.
Lo cierto es que no triunfó, puede que el público no aceptase a actores no cantantes tan lejanos al género, como protagonistas de un musical, o puede que por la intención de satisfacer a todos los públicos, la película se quedó a medio camino de todo. Los ritmos “poperos” que introdujo Previn, a pesar de las orquestaciones de Riddle, no disimulaban el origen clásico del musical, pero tampoco eran tan marcados como para atraer a un público joven sólo por eso, a pesar de la presencia de la Nitty Gritty Dirt Band, y de que su interpretación es fresca y divertida.
La película es transgresora e irreverente, poniendo en el punto de mira los convencionalismos sociales, las tradiciones y las costumbres, pero puede que no quedaran plasmados del modo o con las implicaciones que el público joven buscaba; sin embargo, puede que fueran excesivos para el público de musical clásico.
El final demasiado simple por su tono burlesco y el exceso de metraje, tampoco colaboraron demasiado. Se concibió con la duración de un espectáculo teatral, con intermedio y todo (que la edición en DVD mantiene) y quizá por esta razón y por querer mantener todos los planos que se rodaron y que mostraban el dinero invertido, la película resulta excesivamente larga, y no terminó de convencer.
Sin embargo, el paso del tiempo ha mejorado la revisión de la película. Con los estilos musicales más asimilados, y en una sociedad más flexibilizada y hecha a los pastiches, no se perciben tan fuertemente la diferencia de estilos. No es tan chocante ahora que en una misma película suenen “They Call The Wind Maria” y “Gold Fever”. Los temas propuestos, esa irreverencia que en su estreno pudo resultar menos fácil de asumir, se ve ahora con una mayor complicidad y regocijo. Lejos de quedar anticuado, da paso a la ternura y a la comprensión con unos personajes tan solitarios, potenciado por el mucho más actual aire nostálgico que destila la historia, probablemente fruto del enfoque de Logan, y que en su día, dejando al margen el momento “Wand’rin Star”, no se apreció.
El excesivo metraje y la resolución excesivamente tonta siguen empañando el resultado final, pero al menos sube a los niveles de un clásico imperfecto, que además brinda la oportunidad de ver cantar a Clint Eastwood y visitar a Lee Marvin cantando “Wand’rin Star”. Como curiosidad cabe decir que Alan Jay Lerner aparece en la pantalla en el número de “There’s a Coach Coming In”.
MÚSICA: Frederick Loewe y André Previn
LETRAS: Alan Jay Lerner
Existe el CD con la banda sonora original de la película conocida en España como “La leyenda de la ciudad sin nombre”, con Lee Marvin y Clint Eastwood, aunque los arreglos que le reportaron una nominación al Oscar a Nelson Riddle, no se escuchan en todas las canciones del cd, y solo se pueden apreciar en el dvd. Es decir, es una grabación distinta, donde más se nota es en el tema “The First Thing You Know”.
La película con el título de “La leyenda de la ciudad sin nombre” está publicada en DVD. Hacemos notar que si vemos la película doblada en español las canciones se mantienen en inglés y no están subtituladas, mientras que en la versión original subtitulada en castellano, las canciones SÍ están subtituladas.
Muy buen artículo, a mi siempre me ha gustado esta película, a pesar de sus fallos, como bien dices: demasiado metraje, pero sigue resultando simpática y única.
No sé que tiene el musical y el oeste que siempre casan perfectamente.
Otros ejemplos:
Siete novias para siete hermanos, La reina del oeste, Las chicas de Harvey, Calamity Jane (Doris Day en el oeste)…
Me alegro de que te guste. Normalmente los artículos de mi amigo Peroringo por más que conozcamos la película de la que habla, siempre logra sorprendernos con detalles y anécdotas que nos ayudan a perfilar la imagen que tenemos de la película.
En lo de musicales y el Western, con este creo que consiguieron un producto muy maduro, con un argumento integrado en las canciones, además de los paisajes naturales y los intérpretes que le daban una etiqueta de calidad, que aguanta bien el paso del tiempo.
Me alegro de que te guste el artículo. Gracias por comentarlo. Allwebber me halaga en exceso, pero agradezco mucho sus comentarios, y me encanta que los artículos se lean y se disfruten, porque me gusta escribirlos y están pensados para eso.
En cuanto a los musicales y el western hay de todo. Teniendo en cuenta que ambos son los géneros típicamente americanos (por mucho que se diga) no es extraño que la combinación sea positiva. Pero entre los que mencionas, creo que Siete novias para siete hermanos esta por encima del resto, siendo todos apreciables. Personalmente creo que Siete Novias .. es de los grandes musicales. No es vano lo dirige Stanley Donen.
Y Paint your wagon resulta efectivamente única, una extraña mezcla de western, comedia, musical y crítica, que ha ido mejorando con la edad.
Ya ves como la gente aprecia lo que escribes.
No sólo aquí, sino también te han alabado tu trabajo en la entrada publicada en facebook de Love4musicals.
Documentados, amenos y docentes, un lujo Señor Javier.
Paco
“…la interpretación que Harve Presnell hace de “They Call The Wind Maria”, unido a los coros de fondo, resulta tan limpia y llena de tristeza que sobrecoge.” Coincido: IMPRESIONANTE!!! Lo mejor de la peli. Aunque en todas las versiones critiquemos lo de Maraiaaaaa!!!!
Yo recuerdo cuando la dieron por televisión y en los subtítulos ponía: “Al viento lo llaman Moraya”, hubiera sido peor si lo hubieran llamado morralla.
Otros subtitulos de nota cuando dieron “Oliver” y cuando cantaban “Oom pah pah” lo subtitularon como “Un papá”
En fin…..
Pero sí, la partitura de Lerner y Loewe, una maravilla