FERNANDO VELAZQUEZ: Música de cine en versión original
Un recuerdo del concierto de Fernando Velázquez con la ROSS en el Teatro de la Maestranza de Sevilla el 3 de julio de 2014.
Los prolegómenos
Vivir el cine a través de su música. Lo que apenas unos años atrás constituía una premisa de ensueño para el reducido círculo de devotos de las bandas sonoras es hoy, más que nunca, una realidad vigorosa que, paulatina y firmemente, se va abriendo paso en los más variados circuitos concertísticos tanto dentro como fuera de Europa. Toda una época dorada para los entusiastas de esta disciplina musical que, desde hace un par de años, cuenta con un nuevo y singular escenario en España: Sevilla, ciudad otrora pionera del evento más veterano y añorado de los dedicados al género en nuestro país.
Tras el incontestable éxito cosechado por el doble concierto monográfico de Michael Giacchino en 2013, el 3 de julio del presente año se organizaba, nuevamente a iniciativa de la asociación Media Screen Music, un espectáculo sinfónico simpar dedicado en su totalidad a la figura de Fernando Velázquez; hoy en día, uno de los compositores patrios con mayor proyección internacional.
Locuaz y cercano, el músico vasco no dudó en aprovechar su presencia en la capital bética para departir con el público sobre el estado actual de la música de cine en una charla que se anticipó un par de días a su aparición formal en el Teatro de la Maestranza. Bajo el título de “Música y Producción para el Cine”, y compañía de José María Benítez, dueño y fundador del sello discográfico Quartet Records, el getxotarra ofreció un entretenido e ilustrativo recorrido acerca del papel que juega la composición musical en la producción cinematográfica y las claves para hacer del proceso colaborativo un triunfo.
Jalonando su intervención con anécdotas y bromas, músico y productor lograron despertar el interés de una audiencia ecléctica que disfrutó escuchando las paradojas que, con frecuencia, despiertan los contrastes culturales entre los profesionales del viejo continente y los de la industria de Hollywood. Un aperitivo brillante de lo que sería, realmente, el plato fuerte de las siguientes jornadas: el homenaje musical a celebrar de la mano de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) y el coro Ziryab.
El concierto
Llegaba, por fin, la noche del 3 de julio y el tiempo a orillas del Guadalquivir nos mostraba su cara más amable. Comenzaba así una jornada estival atípica, más propia de la primavera que del verano, que invitaba claramente al encuentro ocasional con los amigos y favorecía el inmejorable ambiente festivo que reinó, desde bien temprano, en los alrededores del teatro. Horas más tarde, con un auditorio repleto y expectante, empezaba según lo previsto la representación bajo la atenta batuta del compositor.
Ejerciendo un control absoluto de la ROSS, abría Fernando Velázquez su programa con una elección arriesgada, “Sexykiller”, una película a priori ajena el gran público cuya calidad musical, no obstante, se hacía rápidamente visible hasta el punto de despertar una más que entusiasta acogida entre los allí presentes. Con una comedia conseguía, así, el Maestro Velázquez arrancar la primera de las muchas y muy calurosas ovaciones que se sucederían a lo largo de la noche.
Con la confianza que otorga la complicidad del público, tanto el compositor como la orquesta encararon con mayor seguridad la segunda de las piezas de esta primera mitad, uno de los éxitos internacionales más recientes de la carrera del músico y que, bajo el inconfundible sello de Guillermo del Toro, supuso en 2013 el retorno de Velázquez al cine de género. Con “Mama” tenía lugar, además, la puesta de largo en Sevilla del coro Ziryab y ¡vaya carta de presentación que fue! Su arrojo y pasión fueron claves para reivindicar esa inusitada capacidad, propia de la música cinematográfica, para fusionar, con naturalidad y solvencia, estilos y sonoridades dispares obteniendo siempre los resultados más sorprendentes.
Tras los consabidos aplausos, le llegaba el turno a “El Orfanato”, obra decisiva en la carrera del compositor que, como tal, ameritaba una puesta en escena especial. En honor a la ocasión, el Teatro de la Maestranza se engalanó para acoger, por primera vez en la ciudad, a Sergio Sánchez, guionista del filme y auténtica alma máter de su cautivadora historia. El escritor aprovechaba la coyuntura para hablarnos brevemente de la enorme importancia de la narrativa musical para esta película, haciendo especial hincapié en nuestra enorme fortuna al poder disfrutar de la suite tal y como ésta había sido realmente concebida. En el momento de su grabación original, ni él ni el director tuvieron la misma oportunidad ya que, por problemas presupuestarios, la coincidencia de orquesta y coro bajo un mismo techo resultó imposible. Una anécdota acertada que contribuyó, aún más si cabe, a potenciar visiblemente los vítores que se escucharon al término de la pieza.
Este primer bloque temático, se cerraba con la suite sinfónica compuesta por el Maestro Velázquez para la producción española “Lope”, una aventura de capa y espada con el Madrid del siglo XVI como telón de fondo de la vida de un joven Lope de Vega que luego alcanzaría fama universal. Ejecutada con precisión y acierto por la ROSS, la banda sonora brilló por su elegancia formal y riqueza temática, sin que se echara en falta el hermoso recitativo con el que, en la edición discográfica, se acompaña el espectacular crescendo final.
Tras el intermedio, la segunda parte del concierto la presidieron otras destacadas colaboraciones entre el compositor y el realizador barcelonés J.A. Bayona así como sendas primicias mundiales para las películas más recientes en la filmografía del compositor.
Nada más volver a sus asientos, el desbordante heroísmo de la composición para el multi premiado cortometraje “El Hombre Esponja” pilló al público completamente desprevenido, despertando una inmensa aclamación y dejando en el aire el velado deseo de poder recrearse en otras piezas de semejante calibre. Fue entonces cuando se produjo el momento estrella de la noche: el estreno absoluto de “Ocho Apellidos Vascos”, la comedia del año en nuestro país, y para cuyo despliegue se dispuso de forma inesperada con la presencia de dos de sus actores icónicos.
Sobre el escenario, “er Culebra” y “el Cabesa” dieron un giro radical al tono imperante en el espectáculo, abriendo a su paso una puerta a las risas con toda suerte de esperpénticas reflexiones acerca de los tópicos más comunes por los que se suele tratar de distinguir a los vascos del resto. Haciendo las delicias de los asistentes, sus bromas improvisadas llegaron incluso a sonrojar hasta al propio Velázquez cuya elección de la Txalaparta fue, en sí misma, objeto de no poca guasa. Una atención merecida como se demostró a posteriori, cuando el instrumento de percusión tradicional vasco adquirió un inusitado protagonismo merced del talento de unos intérpretes en claro estado de gracia, capaces de imprimirle un ritmo difícilmente imaginable.
De factura impecable, la brillante partitura de “Lo Imposible” no requirió gran presentación. La obra, que le otorgo al compositor su segunda nominación a los premios Goya, mantuvo en vilo a una audiencia entregada hasta su emotivo desenlace final. Apoyado en unos pasajes ampliamente corales y en la presencia solista de un chelo virtuoso, el leitmotif laudatorio de las víctimas del desastre se impuso por encima de cualquier otra cosa, culminando en una explosión de sentimientos palpables en toda la platea. El público, en pie, fue a buen seguro la mejor recompensa de los intérpretes.
A continuación, Oskar Santos, el director “Zipi y Zape y el Club de la Canica”, fue el encargado de presentar la nueva suite que Fernando Velázquez había preparado expresamente para la ocasión. Visiblemente impaciente por conocer el resultado de este nuevo arreglo, el realizador destacó el momento de la grabación de la música entre sus preferidos, subrayando además la innata capacidad de Velázquez para hacer de sus notas una mágica herramienta para transmitir la importancia de la ilusión como la gran válvula de escape ante realidades que pudieran no sernos gratas. Con tan sólo unos compases, la banda sonora explotaba en un colorido optimismo idóneo para despabilar a aquel niño que, aunque durmiente, convive en secreto con el adulto en que nos hemos convertido.
Como colofón, Velázquez sedujo a la audiencia con los títulos de crédito de su último filme: “Hércules”, una esperadísima superproducción norteamericana, protagonizada por Dwayne Johnson, pendiente de su inminente aterrizaje en las pantallas españolas. Poderosa en su instrumentación y ambiciosa en su escala, la majestuosa pieza supuso un auténtico “tour de forcé” para el coro y las secciones de percusión y viento metal de la orquesta quienes no flaquearon ante la difícil prueba, exhibiendo una bravura y valentía dignas del héroe mitológico.
Reflexiones finales
Con “Hércules” se ponía el broche de oro perfecto a la que, sin duda, se había revelado como una noche extraordinaria tributaria del más sentido reconocimiento por parte de las 1.500 almas reunidas allí. De pie, los espectadores aplaudieron sin descanso al Maestro Velázquez dando, una y otra vez, muestras de su respeto ante el irrefutable talento musical del compositor y su dominio de la orquesta. Un cariño que hizo perceptible, también, al término de cada bis hasta completar una trilogía que, por lo que se pudo constatar, dejaba al público aún sediento de más.
A la salida del teatro no eran raros los corrillos de gente comentando éste o aquel detalle que más les había gustado de la representación. Y a nuestra marcha, bien entrada la noche por las estrechas calles de Sevilla, algún silbido ocasional seguía recordándonos que el Dios griego había triunfado aquella noche a las orillas del Guadalquivir gracias a un músico formidable de futuro prometedor al que, sin embargo, le sigue gustando verse a sí mismo como un “amateur venido a más”.
Las fotos de los ensayos del concierto son de Julio Rodriguez
Os dejo con dos temas de Fernando Velázquez. Los créditos finales de “Hércules”
https://www.youtube.com/watch?v=coGRN9SQE0s
y el tema principal de “Ocho apellidos vascos”