FIMUCITE – Tenerife 2014

Si bien el corazón del Fimucité son dos conciertos con la Orquesta Sinfónica de Tenerife, con los años –ahora en su octava edición- la Organización han ido logrando que prácticamente a lo largo de una semana, se oiga música cada noche: con una banda sinfónica, con una Big Band… Pero el plato fuerte son los dos últimos conciertos.

El primero concierto, 11 de julio, celebraba la música para televisión. Antes de comenzar se dieron los premios de la crítica española al compositor Pascal Gaigne por La Chanson de Roland y a Víctor Reyes por Grand Piano. Ambos premios iban acompañados por una suite dirigida por Diego Navarro para cada una de las obras. Sonó extraordinariamente bien, desde el preciosismo melódico de Gaigne hasta el virtuosismo del que hace gala la banda sonora de Grand Piano, que en manos de la excelente pianista de la Orquesta Sinfónica de Tenerife sonó incluso mejor que en la grabación original. Terminadas las piezas y con el público en pie, la pianista señalaba a la partitura que tenía entre sus manos como merecedora de la ovación.

Y comenzaron las series de televisión. En el concierto se hicieron importantes concesiones al público para pasar un buen rato a consta de sacrificar algo de rigurosidad musical. Supongo que es una estrategia tan válida como cualquier otra, sin embargo, parece un sinsentido que en una noche dedicada a la música de televisión suene El Equipo A y no suene, por ejemplo, Twin Peaks. Dicho esto, la velada fue ejecutada de forma fantástica.

Diego Navarro dirigiendo la Orquesta de Tenerife

Diego Navarro dirigiendo la Orquesta Sinfónica de Tenerife

El director de orquesta asignado era Lee Holdridge, compositor prolífico difícil de clasificar pero que se ha ganado un importante prestigio en el mundo de la televisión y que tiene algunas bandas sonoras de cine realmente buenas. Desde la música que acompañaba a la sirena en Splash hasta la canción de Luz de Luna que todos hemos tarareado alguna vez.

Y fuero sonando espléndidamente bien Cuentos Asombrosos de John Williams, El pájaro espino de Mancini o Norte y Sur de Bill Conti. Mención aparte, Trevor Morris dirigió su música para Los Tudor y Joseph LoDuca hizo lo propio con una emocionante suite de Xena: la princesa guerrera.

Y aparte, hay que mencionar la aportación española a la música de televisión porque, sin duda, fue lo mejor de la noche. Siempre he pensado que Trevor Morris, compositor de Los Tudor y Los Borgia, es un gran apuntador de ideas que finalmente no sabe desarrollar. Y sin embargo, con temática similar, pudimos escuchar una suite absolutamente maravillosa de Isabel, la serie compuesta por Federico Jusid. Música de cine –en este caso televisiva- de lujo y posiblemente uno de los mejores trabajos del pasado año.

Paul Williams, Antón García Abril y Elliot Goldenthal

Paul Williams, Antón García Abril y Elliot Goldenthal

Y finalmente: Antón García Abril. Merecido homenaje –que incluye que los premios de Fimucité ahora se denominen premios Antón García Abril- a uno de los mejores compositores españoles. Es muy difícil contar lo que se siente al oír varias piezas de El hombre y la tierra (incluido su sonoro y experimental comienzo), la absolutamente extraordinaria melodía de Fortunata y Jacinta (otra vez en manos de la pianista excepcional de la Orquesta de Tenerife) y finalmente, tocar la fibra sensible de los espectadores con Anillos de Oro (y eso que un servidor, hubiera disfrutado más con Segunda Enseñanza). Merecido homenaje a uno de los mejores compositores españoles de la segunda mitad del sg. XX.

Terminado el primer concierto, cabe destacar la simpatía dirigiendo de Holdridge (que incluso bailó Hawai 5-0) y el espléndido momento que vive la Orquesta Sinfónica de Tenerife, que sigue siendo uno de los mejores conjuntos que tenemos en España, con grandes solistas y con muy poco margen de error. Mucha seguridad en los vientos, tan necesarios en la música de cine y televisión, y una espléndida sección de cuerda, especialmente los violines, no solo en los primeros sino en sus extraordinarios segundos.teaser

Antes del segundo concierto, tuvimos la oportunidad de disfrutar una conferencia de Paul Williams, compositor y cantante culpable de las mejores canciones de Los Teleñecos, ganador de una Oscar por A Star is Born junto a la Streisand o creador de uno de los mejores musicales de los 70: El fantasma del paraíso. Habló largo y tendido, y con mucho humor, de sus colaboraciones con Jerry Goldsmith, Brian de Palma, y desgranó muchas anécdotas sobre el rodaje del musical setentero. Y una frase para el recuerdo: “Puede parecer que el lápiz es el instrumento más valioso para un compositor, pero les aseguro que el más valioso es la goma de borrar”.

El  segundo concierto se celebró el 12 de julio por la noche y se centraba en la figura de Batman. Como tema es ciertamente extraño –y de hecho, es la primera vez que se hace en el mundo- pero como excusa es ciertamente válido. Y es que en una misma noche nos prometían a Danny Elfman, a Shirley Walker, a Zimmer y a Goldenthal.

Antes de comenzar la noche, dieron premios especiales a Paul Williams y a Elliot Goldenthal. Y tras un comienzo singular –una canción de El fantasma del paraíso– y la tremendamente divertida pieza con la que daba comienzo la serie Batman de los 60, la orquesta se ponía seria con Danny Elfman, sobre todo, con piezas tan complejas como el nacimiento de Catwoman o el nacimiento del Pingüino de Batman Returns. No hay errores en una orquesta que suena como un reloj y dirigida con entusiasmo por Diego Navarro.

teaser-trailer-del-fimucite-8-originalAntes de sonar Batman Forever y Batman y Robin, Elliot Goldenthal pidió disculpas a los músicos por las notas imposiblemente altas en los vientos y la velocidad que requería en las cuerdas. Goldenthal, independientemente de su trabajo en esta serie de películas, es un músico experimental que busca nuevas sonoridades… al que valía la pena verle la cara al escuchar la música de Antón García Abril, que disfrutó como un enano. Y no me sorprende, los compositores actuales buscan sonoridades que García Abril ya había mostrado hace cincuenta años.

Y llegó Zimmer. El compositor no estaba presente pero había arreglado parte de la suite para esa noche y había enviado parte de su equipo: una bajista electrónica –con zapatos de tacón y mucho ritmo-; una cantante y un equipo de sintetizadores junto a un músico responsable. Y estos tres nuevos elementos, junto a la Orquesta de Tenerife, fueron desgranando, una por una, las piezas más representativas de la trilogía de Christopher Nolan.

Y aunque no me llama la atención en demasía el trabajo de Zimmer, sobre el escenario era espectacular, con una perfecta conjunción, muy compacta, entre el sonido clásico y el sonido moderno. Es tan fácil que esta mezcla quede mal que realmente se agradece la apuesta. El resto lo hizo una pequeña puesta en escena y las imágenes en la pantalla de vídeo. El resultado fue el público en pie durante un buen rato.

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