ANDRÉ Y DORINE
Ha sido una revelación. Sin lugar a dudas, lo que más me ha emocionado de todo lo que he visto este año. Los actores de esta obra cuentan una historia sin utilizar las palabras y yo no encuentro las que me ayuden a explicar y expresar mi vivencia con esta obra. El teatro es un arte y quien lo dude no tiene más que acudir a ver esta pieza, en la que se nos cuenta una historia a lo largo de hora y media, sin que se pronuncie una sóla palabra, ni se apoye la narración con proyecciones, son ellos sólos, tres excelentes actores para dar vida a más de quince personajes.
Una historia que recurre a varios flash backs para ayudarnos a entender el presente de este par de ancianos, que encerrados en su casa, viven cada uno en su mundo, ella tocando el violoncello y él escribiendo convulsivamente en su máquina de escribir, recibiendo periódicamente la visita de su hijo que acude a ese recinto, en el que ellos voluntariamente se han aislado.Con las caras cubiertas por máscaras son capaces de transmitir con el cuerpo, con micromovimientos y con un cuidado exquisito en cada detalle, donde todo está estudiado milimétricamente, para que la historia funcione sin utilizar el lenguaje hablado, ni el gestual, ya que llevan la cara completamente oculta tras la máscara, pero que desde el primer instante consiguen romper la cuarta pared con sus miradas de complicidad al espectador.
El tema central de la obra es la irrupción del alzheimer en la historia y cómo va ésto a marcar la relación entre los tres personajes. Llama la atención el hecho de que tratándose de un tema bastante espinoso, consiguen mostrarlo desde el amor, el humor y mucha ternura, de forma que aunque afortunadamente no he tenido ningún ser querido aquejado de dicha enfermedad, no me avergüenza reconocer que consiguieron emocionarme y me arrancaron las lágrimas, además de bastantes carcajadas.
Ha sido toda una experiencia asistir a una representación en un teatro repleto de gente adulta y de niños, donde milagrosamente no ha sonado ni un móvil, ni la gente ha hecho comentarios entre sí, ni tan siquiera ha habido toses, tal ha sido la implicación del público con la historia que se estaba contando. Un relato recomendado para niños a partir de diez años, que contemplan inocentemente la historia con sus infantiles ojos, porque está tan bien tratada que ofrece distintas lecturas en función de la edad de quien la reciba.
La compañía vasca Kulunka Teatro se creó en 2010, por Garbiñe Insausti y José Dault, dos de los protagonistas de la obra, junto con Edu Cárcamo, que además se encargaron de la dramaturgia con Iñaki Rikarte y Rolando San Martin, siendo la propia Garbiñe Insausti la que construyó las máscaras de todos los personajes. No es de extrañar que lleven cuatro años de gira con este espectáculo y que hayan recorrido con él más de veinte países, porque el relato es universal y el idioma con el que lo cuentan también.
El equipo está involucrado con la historia que cuentan y prueba de ello es que la función a la que asistí el pasado domingo 26 de Abril de 2015 en la Escalante Sala Central de Valencia, era una función a favor de la AFAV (Asociación de Familiares de Alzheimer de Valencia), lo cual dice mucho en favor de éstos jóvenes, que ya han estado representándola en Madrid en dos ocasiones, colgando el cartel de “no hay localidades”, lo cual me hizo entender que hubiese venido un autobús con cuarenta y cinco personas desde Madrid, para poder ver la obra.
Ójala vuelva pronto a Valencia y pueda verla mucho más público. Desde luego si te enteras de que la hacen cerca de donde vives, no te la pierdas.
DRAMATURGIA: Garbiñe Insausti, José Dault, Iñaki Rikarte, Edu Cárcamo y Rolando San Martín
Os dejo con un video promocional de la obra: