
LAS BRUJAS DE SALEM
Arthur Miller es sin duda uno de los autores americanos más importantes de la segunda mitad del siglo pasado, sus trabajos conllevan una crítica social y política que le costaría no pocos problemas y aunque con su primer trabajo para Broadway “Todos eran mis hijos” (All my sons, 1947), en la que se denunciaba a las fábricas de armamento tuvo gran éxito de crítica y público, que le dirigió Elia Kazan, obteniendo ambos el Premio Tony como mejor autor (Miller) y director (Kazan), años más tarde el mismo Kazan acusaría a Miller ante el Comité de Actividades Antiamericanas.
Este desafortunado proceso conocido popularmente como “Caza de Brujas del Senador McCarthy”, sembró el terror en los medios de la cultura entre 1950 y 1956, donde cualquiera podía ser acusado anónimamente de tener amigos o simpatizar con miembros del Partido Comunista y ser citado a declarar, exigiéndosele para ser liberado dar el nombre de asistentes a dichas reuniones, quedando incluidos automáticamente en una lista negra que hacían que ningún estudio les contratase, dándose el caso de guionistas que para sobrevivir firmaron sus trabajos con nombres falsos, que luego tras ganar el Oscar no podían subir a recogerlo.Algunos de los nombres incluidos en dicha lista a los que se les retiró el pasaporte, se les metió en la cárcel o tuvieron que huir del país fueron gente como Bertolt Brecht, Charles Chaplin, Aaron Copland, Jules Dassin, Frank Capra, Edward Dmytryk, Cy Endfield, Jerry Fielding, Carl Foreman, John Garfield, Betty Garett, Jack Gilford, Dashiell Hammett, Sterling Hayden, Lillian Hellman, Pete Seeger o Dalton Trumbo.
Este vergonzoso hecho en la historia de Estados Unidos fue gestos como el de Walt Disney que manifestó y pagó un anuncio en prensa en el que decía estar convencido de que la huelga de dibujantes y guionistas de 1941 estaba apoyada por comunistas. Al término de la segunda guerra mundial en la que colaboraron Estados Unidos con Rusia para terminar con el avance alemán pronto comenzaron a alzarse en USA algunas voces contra los judíos rusos, denunciando filtraciones de ideas de “rojos” en el cine, persiguiendo incluso a músicos cuyas ideas plasmadas en un pentagrama no debían plantear ningún peligro.Miller tras su éxito con “Muerte de un viajante” (Death of a salesman, 1949), en la que arremetía contra el “sueño americano” escribió y estrenó “Las brujas de Salem” (The crucible, 1953), inspirándose en los juicios de brujería que habían tenido lugar en 1692 en la ciudad de Salem, en el Estado de Massachusetts y de la que el autor se sirvió para hacer una denuncia de lo ocurrido en los juicios del McCarthismo. La obra es una clara denuncia a los mecanismos del poder y al miedo de quien lo ostenta a perderlo, así como a la indefensión del ciudadano ante una justicia todopoderosa en manos de una Iglesia que sólo rinde cuentas ante Dios.
Cuando Miller comenzó a escribirla tenía el título “Those familiar spirits” (Aquellos espíritus familiares), que luego cambiaría por el de “Crucible” (Crisol) haciendo referencia al recipiente en que los metales se someten a elevadas temperaturas, como los habitantes de Salem que deben afrontar las torturas y chantajes de los jueces que ordenarían su muerte en caso de no renegar de sus supuestos actos de brujería, despojándoles de sus propiedades a ellos y su familia, algo que también nos sonaba por su similaritud con la actuación de la “Santa Inquisición” creada en tiempo de los Reyes Católicos.La obra desde el principio se convirtió en un clásico que se estrenó en París en 1955 con Simone Signoret e Yves Montand, que adaptaría rápidamente Jean Paul Sartre para llevarla al cine en 1957. Otros directores como Luchino Visconti o Laurence Olivier la dirigieron en teatro en Italia y Londres. También se pasó por la televisión inglesa en 1959 con Susannah York y Sean Connery en el reparto y en 1996 fue llevada otra vez al cine adaptada por el propio Miller con Daniel Day-Lewis y Winona Ryder en los principales papeles, volviendo a los escenarios de Broadway en 2002 y 2016.
En España la dirigió José Tamayo en 1956 con un reparto encabezado por Paco Rabal, Asunción Sancho, Andrés Mejuto, Berta Riaza, Antonio Ferrandis y Analía Gadé entre otros, reponiéndose en 2007 dirigida por Alberto González Vergel con María Adánez, Sergi Mateu, Lía Chapman, Juan Ribó, Carmen Bernardos, Victoria Rodríguez, Inma Cuevas y Manuel Gallardo. También fue adaptada para televisión en 1973 en una versión muy alabada por crítica y público interpretada por Concha Velasco, Fernando Delgado, Luis Prendes, Berta Riaza, José María Prada, Carlos Lemos, Tina Sáinz, María Fernanda Ladrón de Guevara, Asunción Balaguer, Carlos Casaravilla, Enriqueta Carballeira y Nuria Carresi.
La última producción española hasta la fecha es la coproducida por el Centro Dramático Nacional con el Festival Grec de Barcelona dirigida por Andrés Lima con Lluís Homar, Borja Espinosa, Nora Navas, Nausicaa Bonnín, Albert Prat y Carme Sansa entre otros que estará en el Teatro Valle Inclán hasta el 5 de Marzo de 2017.
Esta adaptación se presenta sin interrupción uniendo los cuatro actos en un único acto de más de dos horas de duración que no pesan en la trama ya que mantiene muy bien el pulso y aprovecha los cambios de acto para ir construyendo el decorado que terminará convertido en esa Iglesia en la que son juzgados y ejecutados los que no reniegan de sus “demoníacos” actos.
La adaptación tiene alguna licencia que para mi gusto resta oscuridad al tema como la utilización de un vestuario de colores claros aligerando el puritanismo de la comunidad en donde se desarrolla y el hecho de colocar a Arthur Miller como uno de los acusados en el proceso de brujería, rompe en cierto modo el tono dramático in crescendo de la obra que aún así sigue interesando por la fuerza del texto.
TEXTO: Arthur Miller
DIRECCIÓN: Andrés Lima
La película se publicó con el título de “El crisol” en DVD.
Terminamos con un video promocional de la función dirigida por Andrés Lima