OLIMPIADAS 2012 Londres

Terence Moix , escritor catalán, enamorado de Egipto, dijo en más de una ocasión que estaba seguro de que en otra vida vivió en Egipto, pidiendo incluso que tras su muerte, sus cenizas fueran esparcidas por el Nilo y anoche me vino su recuerdo a la memoria al contemplar la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Londres del 2012. Me sentí orgulloso de esa ciudad a la que cariñosamente llamo “mi pueblo”, porque allí me encuentro como en casa.

Conscientemente busqué no coincidir en ninguna escapada a Londres en esos días, porque no soy amigo de las multitudes, sin embargo reconozco que sentado en el sofá de mi casa, viendo la ceremonia, me emocioné con la espectacularidad de algunos momentos, la belleza sencilla y conmovedora de otros, el humor británico y ese saber hacer, que ha demostrado que cada año estas ceremonias superan a las anteriores y que tras la pasada de Pekin, aunque parecía imposible, Danny Boyle, el director de películas como “Trainspotting” o la oscarizada “Slumdog millionaire” ha conseguido para mi gusto, la perfección.

El humor inglés aparecía nada menos cuando la London Symphony Orchestra, dirigida por Simon Ratle comenzó a interpretar el tema de Vangelis para la oscarizada película “Carros de fuego” y que el pianista que da la nota que marca el ritmo monótono del tema, es Rowan Atkinson, con evidentes muestras de aburrimiento.

Se espera la llegada de la Reina, que llega dentro de otro chiste, haciéndonos creer que pasa a recogerla por Buckingham Palace, Daniel Craig, para escoltar a Su Majestad en un vuelo en helicoptero hasta llegar el estadio, donde al sobrevolarlo, se lanzarán ambos en paracaidas, animados con la sintonía incolvidable de James Bond, que orquestase y arreglase para la posteridad otro inglés de excepción, John Barry

Esta ceremonia no se distinguirá por ser un bonito envoltorio de un caramelo de dulce sabor. Aqui se ha conseguido que POR PRIMERA VEZ en la historia, todos los países participantes hayan llevado hombres y mujeres, ya que algunos países como Arabia Saudí no las habían dejado competir NUNCA.

En esta ceremonia, con “la que está cayendo”, ha habido un tramo muy importante de la misma, dedicado a recordar los avances sociales y la lucha del ser humano y la revolución constante en nuestras vidas. La dura vida en el campo que disparó la emigración a las ciudades, la explotación infantil con trabajos de jornadas interminables, el nacimiento de los sindicatos para luchar por los derechos de los trabajadores, el voto de la mujer mayor de treinta años, la revolución industrial, mientras emergian unas enormes chimeneas por las que ascendían algunos trabajadores, etc. etc.

Comenzando con todo el estadio como una gran isla verde, hasta que la revolución industrial hizo replegar en pocos minutos la capa de hierba, quedando solo en un extremo una montaña desde la que el actor Kenneth Brannagh, recitó un fragmento del poema de “La tempestad” de Shakespeare, hicieron su especial homenaje a la literatura y teatro inglés.

Con la revolución industrial aparecieron unas enormes forjas en las que se trabaja en un aro de fuego, que se unirá a otros cuatro que llegarán volando por el espacio, hasta quedar suspendidos en medio del estadio formando el símbolo olímpico, mientras emanan chispas de fuego de cada poro de los aros. Una escena imborrable.

También hubo un momento para recordar a la infancia, comenzando por la literatura infantil en la que JK Rowling, autora de las novelas de “Harry Potter” leyó el principio de “Peter Pan”, otro libro clásico. Muchos niños aparecíeron en sus camas con enfermeras, para rendir tributo a la Seguridad Social Inglesa y sus Hospitales, de los que los ingleses se sienten bien orgullosos, acompañados en directo por Mike Olfield que interpretó el tema principal de su album Tubullar bells.

Con los cuentos llegaron los malos provocadores de las pesadillas que aterran a los niños, desde el Voldemort de Harry Potter al Childcatcher de “Chitty chitty bang bang”, escrito por Ian Fleming el autor de James Bond, hasta que la llegada volando, colgada de su paraguas, nos trajo a otro mito de la literatura inglesa, la institutriz Mary Poppins, que puso a todos los malvados en fuga.

También hubo, cómo no, un recuerdo para la revolución musical de los años 60 con un montón de gente desfilando vestidos como los Beatles en la portada de Sgt. Peppers y sonaron muchasa canciones que han marcado nuestras vidas como la “Rapsodia bohemia” de Queen o el “Satisfaction” de los Rolling Stones, el “She loves you” de The Beatles o “My generation” de The Who, “Relax” de Frankie goes to Hollywood, o el “Sweet dreams” de Euryhtmics, el “Wonderful tonight” de Eric Clapton o incluso varios astronautas volaron en su traje espacial mientras sonaba “Starmen” de David Bowie, la gente bailaba formando en el suelo el símbolo del “make love, no war” (haz el amor, no la guerra) y es que en lo de la música pop, los ingleses, indiscutiblemente han sido pioneros.

Posteriormente se rindió homenaje a la televisión y sus series, entre las que se proyectó un fragmento del “Cuéntame” español. Este tramo terminó con un homenaje al inglés considerado el padre de Internet, Sir Tim Berners-Lee, que al descubrir la world wide web dijo: “Esto es para todos” y cambió nuestras vidas para siempre.

Hubo también una parte donde Artic Monkeys interpretaron dos temas, siendo el segundo el “Come together” de Lennon y McCartney, mientras un grupo de ciclistas de alas luminosas, simulando las palomas de la paz dieron algunas vueltas al estadio olímpico, terminando con uno de ellos que ascendió hasta el cielo de Londres.

Incluso la parte más tediosa que es el desfile de los atletas fue muy rápido, ya que tuvieron la brillante idea de poner en la pista un montón de voluntarios, tocando unos tambores que marcaban el paso e impedían a la gente entretenerse, desfilando con ritmo, para llegar al momento en que se desvelaba otro de los secretos mejor guardados, saber quién sería el último que prendería la llama en el pebetero, pero hasta en esto fueron originales. La llama olímpica llegó en una lancha rápida a través del Támesis, flanqueada por fuegos artificiales, pilotada por el futbolista David Bechkam que la entregó a Steve Redgrave, mejor deportista olímpico inglés de la historia, que la cedió a siete jóvenes anónimos, designados por los atletas a los que les hubiese correspondido llevarla, que la llevaron al centro del estadio, donde cada país había ido dejando una especie de cuenco y prendieron los 204 cuencos, que fueron ascendiendo del suelo hacia el cielo, para entre todos formar el pebetero de estos juegos. IMPRESIONANTE.

Y fue Sir Paul McCartney quien puso punto y final al acto, cantando el último verso del Abbey Road de Los Beatles que dice lo de “And in the end, the love you take is equal to the love you make” (Y al final recibirás tanto amor como hayas sido capaz de dar). Para poner la guinda un conmovido y emocionado McCartney cantando coreado por todo el estadio su canción “Hey Jude”.

Fue una puesta en escena impecable, con trasfondo social y con una imaginación desbordante, a la vez de unas coreografías multitudinarias y un destacadísimo papel para la música que hicieron de la ceremonia un espectáculo musical intachable.

Parafraseando una canción de una película de James Bond “Nobody does it better” (Nadie lo hace mejor).

Enhorabuena muchach@s

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