
EL DISCURSO DEL REY
Si bien muchas obras de teatro famosas se llevan al cine y lo raro es que ocurra al contrario, cada vez lo es menos ante la escasez de ideas originales y parece que cuando una película triunfa, el riesgo de llevarla al teatro parece menor, de ahí que el éxito sea un aval para tratar de sacarle el mejor partido en todos los formatos posibles, por eso cuando la película “EL DISCURSO DEL REY” (The King’s speech, 2010) nominada a doce Premios Oscar, ganó cuatro de los más importantes: Película, Director, Actor y Guión original, parecía ser una buena candidata a probar en los escenarios.
El autor David Seidler, también tuvo problemas de tartamudez en su infancia y al enterarse de que el rey Jorge VI los había tenido y descubrir cómo los había superado le hizo investigar sobre el trabajo y relación del rey con el foniatra que le ayudó a vencer la tartamudez, a la vez que a crear una relación de amistad con él al que se confió en aspectos de su vida, que por su rango no había comentado con nadie.

Adrián Lastra y Roberto Álvarez
La versión teatral de Emilio Hernández basada en el guión de Seidler es fiel a la película y la dirección de la valenciana Magüi Mira que se ocupa también del espacio escénico sabe contar toda la historia en un único escenario, sin servirse de más atrezzo que de un micrófono y unas cuantas sillas que desplazan los mismos actores por el escenario, para situarnos en los diferentes lugares en que se desarrolla la acción.
La obra se estrenó en el Teatro Español de Madrid en Mayo de 2015 y ha estado de gira por España, contando con un reparto liderado por Adrián Lastra en el papel del Rey Jorge VI y Roberto Álvarez como el foniatra Lionel Logue, secundados por Ana Villa como Isabel, la esposa del rey, Gabriel Garbisu como Eduardo VIII, hermano del Rey, Lola Marceli como la americana Wallis Simpson y Ángel Savin como Winston Churchill.El recuerdo que tengo de la película era la de la relación y trabajo del rey con el foniatra, por lo que más me llamó la atención en la versión teatral fue ver el aire que se le da al personaje del monarca, apareciendo desnudo en la primera escena para mostrarnos como su ayuda de cámara le viste desde los calcetines hasta la casaca, dándonos la imagen del todopoderoso rey incapaz de hacer nada por sí solo, algo que se cuestiona también a lo largo de la obra, planteando que a pesar de ser la máxima autoridad del país, no tiene potestad para ejecutar ningún mandato sin el consentimiento de la cámara.
También me gustó la forma en que se nos cuenta la historia que le hace llegar al trono por la abdicación de su hermano, bastante lejos de la imagen idílica que se nos contaba de que Edward renunció al trono por amor de la Sra. Simpson y aquí entrarán en juego otras influencias como lo mal visto por el pueblo el hecho de que el monarca quisiera casarse con una mujer divorciada dos veces, además de que Edward simpatizaba bastante con la causa alemana y era cercano a Hitler, por lo que la abdicación parece que no fue tan romántica como se nos vendió.¿Hay algo más personal que la voz?. La voz es la que nos identifica y las palabras que decimos las que nos retratan ante los demás. El tono y la forma de decir nos puede convencer o desagradar. Las palabras pueden estar preparadas por otros, pero la voz no se puede maquillar. La voz y la palabra, herramientas fundamentales de un actor que en este caso nos muestran a un rey convertido en un actor y a un actor que recita a Shakespeare convertido en rey.
Destacar la labor interpretativa de Adrián Lastra pasando en fracciones de segundo de ser la persona sencilla con su mujer al inseguro y nervioso con el foniatra, dominado por la rabia cuando no le salen los ejercicios, el enfado con su hermano mayor por su falta de responsabilidad para con su cargo, etc en fin, un personaje con múltiples registros que el actor famoso por protagonizar musicales como “Hoy no me puedo levantar” o “Más de cien mentiras” y aparecer en series de televisión como “Velvet”, se la juega en escena en directo demostrando el actor que lleva dentro, que además canta y baila en algún momento aislado de la obra, como parte de la terapia para vencer la tartamudez .La música que acompaña las transiciones entre escenas, muy apropiada con temas instrumentales de clásicos de la época, se acompaña con unas coreografías que no siempre funcionan, ya que diluyen el dramatismo de la historia, restando fuerza a la acción, por lo demás, la obra es un interesante trabajo que entretiene y cuestiona desde el escenario, que a la postre es la labor del teatro.
TEXTO: Emilio Hernández basado en David Seidler
Terminamos con dos videos con fragmentos de la producción
entrevista con el actor Adrian Lastra