EXTRAÑOS EN UN TREN (Strangers on a train)
La idea es brillante. Dos desconocidos coinciden en un vagón de tren y comentan sobre dos personas que asfixian sus vidas. Uno habla de su dominante madre y el otro de su mujer que no quiere darle el divorcio. La idea del crimen perfecto aparece si cada uno matase a la persona que martiriza al otro. Jamás podrían relacionarlos con los crímenes, ya que no existe ninguna conexión entre ellos. Lo que surge como una idea se complica cuando uno de ellos comete “su parte” y obliga al otro a que cumpla con la suya.
Fue la primera novela de Patricia Highsmith. La película la dirigió el maestro Alfred Hitchcock y tenía muy clara su idea sobre la película. Es conocido su perfeccionismo que lleva al rodaje con el storyboard ya planificado. Tuvo problemas para encontrar guionistas que quisieran adaptar la novela que fue rechazada por Dashiell Hammett (El halcón maltés), John Steinbeck (Las uvas de la ira) o Thorton Wilder (Hello Dolly) que consideraron la idea muy floja, propia de una principiante (!).
Raymond Chandler (El sueño eterno) escribió dos tratamientos para el cine pero discutiendo constantemente con Hitchcock, hasta llegar a ser despedido y contratar a otros guionistas. Aunque Chandler y Hitchcock acordaron que el nombre de Chandler no aparecería en los créditos, Warner quiso vestir la película con nombres de peso y lo incluyó.
El suspense está servido. Imágenes para siempre en mi memoria como la del crimen reflejado en unas gafas, una idea que Hitchcock llevaba acariciando plasmar en cine desde hacía tiempo y una constante que subraya toda la acción: los dobles. Dos zapatos, dos hombres, dos taxis, dos crímenes….
La música es de otro maestro, Dimitri Tiomkin, que ya había trabajado con Hitchcock en “La sombra de una duda” y aún repetiría en dos películas más.
La película esta de alquiler en Google Play, Apple TV y Amazon Prime
