FOLLIES, Madrid 2012

En esta producción distinta, valiente, pero algo fallida del “FOLLIES” dirigida por Mario Gas para el Teatro Español de Madrid hay muchas cosas buenas… el problema es que también hay cosas muy malas (y lo peor de todo, perfectamente evitables en mi opinión).

Empecemos por las buenas… reconozco que cuando vi publicado el reparto por primera vez, me resultó extraño y no conseguía ver a los actores en sus personajes… aquí Mario Gas me ha dado una buena lección, porque la verdad es que el elenco funciona y muy bien (al menos el 90%).

Todos sabemos (ella la primera, y nunca pretende otra cosa) que Vicky Peña cantar cantar, lo justo, pero que es capaz de hacer suyo un personaje interpretando con maestría actoral sus temas… y en “Follies” lo hace de nuevo… quizás sea una Phyllis más amargada y menos sofisticada de lo que estamos acostumbrados, alejada de aquella fría y distante que Alexis Smith interpretó en 1971, pero sabe como nadie ser una cínica de tomo y lomo y dar la réplica a quien se le ponga por delante.

Muntsa Rius (uno de mis grandes temores, porque no alcanzaba a imaginármela en el papel) es una muy buena Sally; canta el papel estupendamente y está realmente creíble como “maruja” depresiva medio-lela que lleva años leyendo novelas tipo Corín Tellado y soñando con una vida que nunca tuvo y a la que cree que estaba destinada.

Carlos Hipólito (mi “Temor” en el reparto, con mayúsculas, no por su solvencia como actor, sino por lo complicado de su personaje tanto actoral como vocalmente) no sólo está bien, sino que está muy bien (excepto una milagrosa recuperación de borrachera de una escena a otra, va construyendo el personaje progresivamente de manera muy adecuada y acertada) Y canta muy bien! (a ver, entendamos “muy bien” como que interpreta la canción muy bien, no me digáis luego que no tiene una gran voz, porque eso nos llevaría a cuestionar a todo el reparto… al de aquí y a muchos de fuera, porque “interpretar” es distinto de “cantar” y eso tanto juke-box musical y tanta franquicia que nos rodean parecen olvidarlo).

Pep Molina es quizás el más limitado actoralmente (en comparación), pero no desluce para nada de los demás, acertando perfectamente con el tono de “The right girl” (La chica perfecta) y “Buddie’s blues” (El blues de Buddy).

Antes de seguir con el reparto, decir que los 4 protagonistas son creíbles porque la adaptación del texto es de lo mejor (yo me atrevería a decir que lo mejor) que he oído en este país; es una adaptación, no una traducción, y sabiendo lo complicado que es traducir a Sondheim, creo que el trabajo ha sido primoroso, respetuoso y con todos los acentos gramaticales y dramáticos en su sitio (suena algo obvio, pero sabéis que no es para nada lo habitual, por desgracia). Temas como “The road you didn’t take” (Aquel tren que pasó) o “In Buddy’s eyes” (Con Buddy ahí) mal adaptados me hubieran hecho supurar sangre por los oídos… en vez de eso, me hicieron supurar lágrimas por los ojos. Un 9.5 para Roser Batalla y Roger Peña.

El cuanto al resto del reparto, no creo que nadie salga del teatro sin pensar en lo afortunado que ha sido viendo a Asunción Balaguer sentirse como una niña feliz recibiendo aplausos; a pesar de que en la función del sábado “Broadway baby” (Soy corista) duró menos de lo esperado porque se comió media estrofa (el director musical supo hacer que apenas se notara, aunque su cara era todo un poema) la bordó… y no sólo la canción… sus frases (2 ó 3, tampoco es un gran papel con mucho texto) podrían pasar a los anales de frases lucidas que se convierten en legendarias por cómo están dichas. A sus 86 años, en el papel de Hattie, a veces parece perdida en el escenario, pero es increíble ver como todo el reparto la arropa; de hecho reconozco que lloré emocionado durante “Who’s that woman” (¿Quién es ella?) cuando Marisa Gerardi, que interpreta a la joven Hattie en ese número, colocada detrás de ella, le indicaba suavemente, mediante su mano en el hombro y con un cariño que es difícil de describir, los movimientos de la coreografía. Algo similar se repetía en los aplausos finales cuando Teresa Vallicrosa estaba pendiente de ella, agarrándola por la cintura, igual temerosa de que se cayera al foso, porque realmente la veterana actriz estaba radiante y casi en trance recibiendo los muy merecidísimos aplausos.

Sobre Teresa Vallicrosa, que interpreta el papel de Stella, todos sabemos que es capaz de cambiar de registro con gran facilidad y siempre sorprender para bién… y lo vuelve a hacer en “Follies”. Quizás su interpretación (incluso su vestuario) parecen demasiado modernos para lo que estamos acostumbrados de otras producciones (pero a fin de cuentas la obra se desarrolla en 1971 y creo que es correcto). Curiosamente, en las últimas reposiciones (2001 y 2011) del musical, parece que “Who’s that woman” está pensada para (con todos mis respetos, es por poner una imagen gráfica) “negra gorda de vozarrón”… pues la Vallicrosa la borda a su manera, haciéndola suya por completo… quizás al número en conjunto le falte emoción y resulte un poco caótico con tanta gente en el escenario, pero ella está muy bien y plena de fuerza.

Las dos parejas jóvenes son bastante olvidables; la verdad es que en esta producción parecen todavía más secundarias de lo normal y aunque la actuación es muy correcta y de voces están bien, pues eso, lucirse, lucirse, tampoco tienen oportunidad.

Y la “tanqueta de Leganitos”, también conocida como Massiel, pues está “tanqueta” completamente (definición de la RAE: vehículo semejante al tanque, pero dotado de mayor velocidad y mejor movilidad). Su actuación hasta el “I’m still here” (Aquí estoy) me hizo gracia y pensaba que estaba así dirigida, imprimiendo la actriz su sello al personaje, pero cuando llegó su momento, pues como que se vio poseída por el demonio y se olvidó de vocalizar y recordó (y cómo!) como gritar. Es posible que con más rodaje vaya mejorando… o al revés…

Y ahora viene uno de los problemas de casting de la producción (casi el único): Mónica López a mí me gusta mucho, es muy buena actriz, muy versátil y todo eso, pero su Solange es “rara”…. primero porque es excesivamente joven y está demasiado buenorra en comparación al resto (ni siquiera pasa por viejuna muy muy bien operada) y hace un “Ah, Paree!” (¡Ah, París!) que parece que su personaje se haya esnifado toda la caspa que había en el Español antes de que Mario Gas se hiciera cargo de él. No voy a decir que esté mal (porque objetivamente no sería cierto), pero de alguna manera desentona.

Muy bien Josep Ruiz como Roscoe en “Beautiful girls” (Qué bellas son); como ya sabréis, el papel de Weissman, aunque no aparezca como tal en el programa, lo hace el propio Mario Gas, aportando el doble juego de director de la obra real y del Follies ficticio.

La orquesta, si bien hace una obertura excesivamente lenta y pausada, suena de maravilla y hace justicia a una de las mejores partituras del teatro musical; lleva el nombre del desaparecido Manuel Gas y es el mejor homenaje que se le podía hacer.

La escenografía, muy sencilla en el fondo, parte de que la “fiesta” se hace backstage, por lo que tenemos de fondo la pared de los camerinos y la escalera que sube a ellos, sin más elementos. Muy bien la iluminación y el vestuario de los 4 protagonistas (aunque el vestido de Vicky Peña no fuera precisamente lo favorecedor que debiera) también bastante acertado (con Muntsa Rius enseñando canalillo cual Bernadette Peters en la última reposición de “Follies” en Broadway).

Hasta aquí lo bueno. En el apartado de “curioso”, decir que Mario Gas ha optado por no “asociar” a cada personaje su “fantasma” durante los números musicales (a excepción de en “Who’s that woman”). Y no es porque el reparto sea pequeño (porque hay gente de sobra), sino por una opción personal que a veces funciona, a veces no. Así, el primer acto se entiende sin problemas y se disfruta bastante (aunque no llega a entusiasmar). En una de las escenas más complicadas dramáticamente de la obra, la que corresponde al tema “Too many mornings” (Tantas mañanas), el director opta por hacer la escena a dos niveles, sin interacción entre los jóvenes y los viejos (algo habitual en anteriores producciones de Follies), aunque dejando claro que las aspiraciones románticas de la Sally viejuna chocan con la realidad de lo que el Ben joven había querido siempre de ella (sexo).

Y en cuanto a lo malo de este “Follies”, decir que, por desgracia, es muy malo, y se concentra, mayormente, en el segundo acto y en el apartado de “Loveland” en particular. Ya el propio número de “Loveland” (cuyo título no han traducido) es de hacer subir los colores, completamente fuera de lugar estética y dramáticamente; parece que has entrado en un “todo a cien” chino de Chueca, con un vestuario indefinible e indefendible y una coreografía que resulta a todas luces, mala. “Loveland” supone en el libreto de la obra la ruptura con la realidad: tenemos a las dos parejas enfrentadas, tanto en su versión actual como pasada, repitiendo viejos esquemas y rasgando la realidad de tal forma que conjuran su propio “Follies”, su propia “locura”, su propio espectáculo de variedades donde ellos y sus sentimientos serán los protagonistas. “Loveland” es la puerta de entrada y nos debe llevar a una edición especial del “Follies” dirigido por Dimitri Weissman donde ellos sean sus propios protagonistas y por tanto, a un mundo de teatro dentro del teatro. Pero la puerta que “Loveland” abre aquí es la del absurdo; de repente, si dramáticamente nos tendríamos que sentir transportados a un espectáculo de Weissman, donde los personajes se verán “atrapados” en sus propios números, ocurre que nos olvidamos de la época en la que deberíamos encontrarnos y usamos (innecesariamente) tecnología para subrayar algunas escenas, como las proyecciones de video en color sobre los telones. Sin ellas, “Buddie’s blues” (El blues de Buddy) funcionaría estupendamente, ya que la escena está muy bien construida, resulta divertida y estéticamente, a telón cerrado, queda perfecta.

Y llegamos al “Losing my mind” (Pensando en tí), sin duda la canción más conocida del espectáculo y nos encontramos con una buena traducción, una muy buena interpretación, pero en una escena absurda de nuevo donde las haya. Un tema que claramente ha de estar centrado en el personaje, aquí está diluido en una escenografía demasiado amplia, unos figurantes que ocupan espacio y distraen y una Muntsa que camina sin avanzar cual “miserable en One day more” pero que por suerte no pierde el tono del tema. Es una escena sin mucho sentido: nunca “valdría” como escena de un Follies del Weissman y no aporta nada, todo lo contrario, una verdadera lástima.

El “Lucy and Jessy” de Phyllis deja a Vicky Peña muy mal en la coreografía, carente de ritmo, pero eso sí, ella sabe defender la canción, mientras Carlos Hipólito también se luce  en “Live, laugh, love”, aunque ambos tienen que sufrir a un cuerpo de baile que como “cuerpo” deja que desear y que además tiene un vestuario feo, feo, feo; cuando se transforman, al final del tema, en una especie de muñecos poseídos por el demonio de movimientos espasmódicos y caras de malos de chiste, dan ganas de dinamitar la escena para terminar con su sufrimiento y con el del espectador lo más rápidamente posible.

Y así llega el final, y el regusto que deja este “Follies” es agridulce: se ha hecho muy bien lo más difícil y se ha fallado estrepitosamente en lo más fácil. Eso sí: hay que verlo sí o sí, que lo bueno, como ya he dicho, es muy bueno y “Follies”, aunque haya perdido parte de su carácter desde la revisión de la producción original de 1971, es una de las mejores piezas de teatro musical de la historia y es un lujo que se pueda disfrutar en nuestro país.

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15 Respuestas

  1. Hola, soy uno del cuerpo de baile, que según tu deja mucho que desear, llevo 16 años haciendo musicales y bailando todo tipo de coreografías. A gustos, colores, pero considero injusto y de falta de criterio que digas que las coreografías estan faltas de ritmo.. Creo que el trabajo de Aixa Guerra ha sido espléndido y habiendo vivido el proceso creativo en primera persona, me sentía en la obligación de contestarte. Afortunadamente la inmensa mayoría del publico, sale encantado y aprecian el trabajo y la ilusión de los artistas que nos subimos al escenario todos los días.
    Un saludo, y mis mejores deseos de que puedas disfrutar mas de los musicales.

    • Inigo Santamaria dice:

      Hola, Miguel,
      lo primero comentarte que esta crítica es un comentario mio propio y como tal, mi opinión es sólo eso, una opinión.
      Sé que llevas 16 años en los musicales (y de hecho te he visto en varios de ellos) y también conozco y valoro el trabajo de Aixa, pero, como en todos los trabajos, el tener muchos aciertos no exime de los errores (la experiencia es un grado, eso sí, pero nada más, tanto en baile, coreografía como en biología molecular o aeronáutica).
      Hablando de experiencia, yo llevo más de 25 años viendo musicales (en España, Londres, NY, Holanda…) así que también has de reconocerme ese punto.
      Me ha extrañado leerte que había comentado que las coreografías estaban faltas de ritmo; revisando lo escrito veo que te refieres al comentario de “Lucy and Jessie” y, mea culpa, la redacción deja bastante que desear y me refería a que la coreografía en ese número deja muy mal a Vicky Peña, que parece (ella) completamente falta de ritmo.
      Siento si algo de lo que haya podido opinar te ha molestado, porque nada mas lejos de mi intención (se trataba de una crítica informal y bastante analítica con todos los puntos), ya que valoro mucho el esfuerzo, el trabajo y la ilusión, pero, como te comentaba antes, y como en todos los trabajos, aunque eso sea una parte importante, no lo es todo.
      Un saludo y espero que en el próximo musical estemos de acuerdo

  2. Carlos Kieffer dice:

    De acuerdo cien por cien con la crítica. He visto el musical recién en Broadway y tienes toda la razón en lo del Loveland. En NY es fastuosamnte kitsch y propio de la época gloriosa del Follies. Un plus en Broadway son Bernadette Peters y Jan Maxwell. La primera es genio total, al borde de la histeria en todo momento y en el Losing my Mind en el centro del escenario, sola y completamente inmóvil. Es ALUCINANTE. Jan Maxwell devora el escenario en todo momento con su gelidez compasiva, y el final es demoledor, no como este que es el revisado para Londres que es ni fu ni fa. Y ni hablar del dínamo que es Elaine Page. Tuve la suerte de ver en un night club a Elaine Stritch en las mismas fechas y su Broadway Baby es insuperable. Quisiera que me escribas para hablar de nuestras aficiones. Yo he visto musicales desde hace treinta años y no soy tan veijo,je,je. Mi primero fue Evita on Elaine Page en Londres. No encuentro a nadie con quien compartir mi fición. A ver si nos tomamos un café algún día. Un abrazo, Carlos.
    cachi1234@mac.com

  3. Lu Ang dice:

    Hola!!
    Gracias por una crítica tan acertada!! Estoy totalmente deacuerdo.

    Resumiéndolo de algún modo; la primera parte tienen una coherencia de la que carece completamente la segunda parte. En gran parte porque el número Loveland, en el que ni se entiende la letra, te saca de golpe de la historia en vez de introducirte en el espectáculo de nuevo.

    No haces mención al número extraño y cursi, con ese vestido de nata montada y tan inmovilista, que es el del beso. Totalmente fuera de lugar teniendo en cuenta la escena anterior…

    En fin, a mi también me encantan los musicales y lamentablemente, de este he de decir que me gustó más la parte, digámoslo así, más teatral que la musical.

    Por mi parte, y será que la he visto más tarde y por tanto más rodada, un bravo por el número de Masiel.

    Un saludo,

  4. Antonio dice:

    He leído tu crítica y creo que no puede ser más acertada. Cuando leí en El País la crítica de Marcos Ordóñez calificando el espectáculo de “legendario” y opinando que era el mejor musical que se había montado en España me lo creí. Posteriormente lo vi y dejé de creerlo. ¿Cómo puede el Sr. Ordóñez decir eso de este Follies después de los exigente que es con la mayoría de los espectáculos que critica? Me gustaría que me lo explicara porque, como tú, pienso que el montaje es muy bueno en general, pero también pienso que las “meteduras de pata” son de tal calibre que estropean absurdamente el resultado final. Los actores están bien, algunos muy bien, pero algunos aspectos de la dirección dejan mucho que desear. Yo admiro a Vicky Peña pero en el número de Lucy and Jessie está fatal. En esa escena ella debe ser la estrella y, sin embargo, parece la acompañante del “cuerpo” de baile. La que debe bailar y brillar es ella, no el coro. Sin embargo, se limita a quedarse en la escalera viendo bailar a los demás. Esa no puede ser la imagen de Phyllis, de ninguna manera, Phyllis es un huracán que arrasa por donde pasa.
    Como tú, pienso que lo peor está en la última parte. Del inicio de Loveland, mejor no hablar. ¿Quién ha ideado ese número? Era feo, ridículo, cutre… Tampoco me gustó nada Loosing my mind; el drama está en esa mujer sola expuesta al mundo. ¿Qué hacía caminado por las calles? ¿Por qué había tanta gente a su alrededor? ¿Por qué se quitaba la gabardina y debajo había un traje de fiesta? ¿Por qué se iba con el traje de fiesta y la maleta? ¿Por qué? ¿Por qué? Esa canción no necesita nada, solo una buena interpretación, todo lo demás sobra.
    Igualmente me sobraban las proyecciones y ese afán de querer ir más allá de donde el texto te dirige. Y, lo siento, también me sobraba Massiel. Sé que a mucha gente le encanta, pero no puedo evitar recordarla cuando hablaba y me sacaba de situación, o cuando bailaba ¿bailar? Hasta Asunción Balaguer -adorable- baila mejor que ella.
    No quiero seguir porque repetiría uno por uno los puntos que tú has comentado, así que me reitero en mi identificación con tu crítica y con la no identificación con la de Marcos Ordóñez.
    Lo siento, es que vi Follies en Broadway con Bernardette Peters, la Paige, la Maxwell y, claro, no puedo evitar la comparación. Es un buen espectáculo sí, pero de “legendario”, nada de nada.

  5. Pep Pladellorens dice:

    Respeto todas las opiniones. Pero quiero manifestar que el cuerpo de baile, que nosotros llamamos ensemble, es de un nivel extraordinario. Tanto a nivel profesional como humano. He participado en casi 30 musicales, como músico y director, y doy fe de ello.

    • Miguel A. Parra dice:

      Me parece una opinión muy poco objetiva viniendo del director musical del espectáculo. Estoy seguro que a Mariano Ozores le encantaban sus películas y sus actores le parecían de un nivel excelente. Y “ensemble” es un anglicismo, aunque ustedes lo utilicen para nombrar al cuerpo de baile de su compañía.

  6. Inigo Santamaria dice:

    Estimado Pep,
    en la crítica (que, como he remarcado ya varias veces, es sólo una opinión, la mía) no he criticado el nivel y la calidad histórica (ni mucho menos humana!) del cuerpo de baile (usé a propósito el término para hacer el juego entre “cuerpo” de conjunto y “cuerpo” anatómico) ni su trayectoria profesional, sólo lo que vi en la función de Follies a la que asistí. Y no me gustó, y me pareció una pena deslucir así el espectáculo. Aixa Guerra estuvo brillante como coreógrafa en Adeu a Berlin, pero, en mi opinión, falló en Merrily we roll along y ha vuelto a fallar en Follies… pero eso es todo; es como si por decir que en Follies no me gustó Mónica López (a la que idolatro) se entendiera que es y ha sido siempre una mala actriz… no, sólo que, en esta ocasión no me gustó, nada más.
    Parece que hoy en día nadie acepta críticas; a nadie nos gustan, pero creo que son necesarias y nos ayudan (o no). No dejan de ser una opinión.

  7. Miguel Cazorla dice:

    Estimado Iñigo, los artistas estamos acostumbrados a leer criticas y a recibirlas.. forma parte de nuestro trabajo.. estamos expuestos y es la consecuencia directa de enseñar nuestro trabajo, pero creo que tu comentario de dinamitar la ultima escena ( en la cual disfruto muchísimo cada noche) es desafortunado y como critica deja mucho que desear.. Si tanto comparais con los musicales de Londres y Broadway , tambien se debería aprender a criticar constructivamente y con mas respeto, como allí se estila.
    Y al publicar algo ,también tu estas expuesto a que se critiquen tus palabras.

  8. Pep Pladellorens dice:

    Estimado Inigo:
    No me meto para nada con su crítica, reitero que respeto su opinión. El único motivo que me ha impulsado a intervenir es que no me parece adecuado decir “cuerpo de baile que deja que desear”y que los protagonistas los tienen que “sufrir”. Eso es injusto.
    No solo bailan estupendamente, sino que cantan y actúan a un nivel excelente. Y cuando me refiero al nivel humano, lo digo en el sentido que ayudan y realzan a los actores, no si son buena gente, que también.
    He tenido la fortuna de trabajar en obras muy buenas, y también muy malas, casi 30, y las he visto de todos los colores. Por eso, permítame que diga que estoy orgulloso de esta compañía, y especialmente del cuerpo de baile,coro,actores,…eso que más o menos acertadamente llamamos ensemble.
    En cuanto a todo lo demás, me parece bien su opinión. Los razonamientos estéticos de algunas escenas, están bien fundamentados, aunque es perfectamente lícito el no estar de acuerdo.
    Quiero agradecerle su comentario acerca de la orquesta y que es el mejor homenaje que se le podía hacer a Manuel Gas. Saludos cordiales.

  9. allwebber dice:

    He querido permanecer al margen de esta polémica porque si encargué a Iñigo la crítica de este musical es porque como dije en mi presentación del artículo en facebook, sea posiblemente mi amigo que más sepa de “Follies”, de hecho es su musical favorito y ha visto tantas producciones del mismo como ha podido.

    No he visto en ningún momento que haya hecho una crítica destructiva, como dice Miguel Cazorla y dices que debería aprender a criticar constructivamente como hacen en Londres y Broadway, donde estamos hartos de leer críticas verdaderamente demoledoras, pero el musical de Sondheim y la versión que ha montado Mario Gas no se lo merecen, por eso no se ha hecho.

    Es cierto que la función que vio Iñigo fue en previas, antes del estreno oficial del día 23 y en la que tuve ocasión de ver el pasado día 30 vi algunas cosas que diferían del pase al que asistió él, como que Massiel estuvo estupenda y no gritó en ningún momento, modulando la voz y luciéndose especialmente con el tema.

    Os recuerdo como terminaba la crítica de Iñigo: “Eso sí: hay que verlo sí o sí, que lo bueno, como ya he dicho, es muy bueno y “Follies”, aunque haya perdido parte de su carácter desde la revisión de la producción original de 1971, es una de las mejores piezas de teatro musical de la historia y es un lujo que se pueda disfrutar en nuestro país.”

    En cuanto al número final, al “Loveland” que parece haber levantado tanta polvareda por su opinión ya aclaró que se refería al “cuerpo” no como al conjunto de baile sólo, sino como a un todo que agrupa coreografía, anatomías enfundadas en mallas azul brillante que parecen sacadas de la escena final de Grease y esos bodys color carne, que suponemos estarían en las antípodas de como vestirían los bailarines de los espectáculos del Sr. Weissman muchos años atrás, que es lo que parecen estar tratando de reflejar.

    El musical en sí está muy bien, pero me parece que al público que entra en el teatro sin saber nada, no debe quedarles muy claro a qué santo empiezan a salir las parejas mayores vestidas de coristas cantando y bailando ahora de mayores, cuando ellas lo dejaron mucho tiempo atrás y ellos no han sido nunca artistas de cabaret. Esa es la parte que escénicamente siempre me parece que “falla” en que sea entendida por el espectador…. y aquí creo que queda sin quedar claro, de no ser que hayas leído algo previamente sobre el tema.

    Lo bueno de un espectáculo en vivo es que cada día es diferente, depende del momento, la energía de los actores, la entrega del público, etc. pero también tiene su talón de Aquiles en que el espectador suele verlo una vez y si ese día algo está mal, o falla una trompeta o se cae un decorado, es la impresión que se lleva, porque no vuelve otro día para ver si sale bien.

    Por eso digo que apoyo a Iñigo en lo del “cuerpo” de baile de Loveland, tuve la suerte de ver una mejor Massiel y sigo diciendo que es uno de los musicales más dignos que se ha hecho en este país, con nuestras carencias y nuestra experiencia.

  10. Antonio dice:

    Estimado Pep,
    puede que a nadie le importe mi opinión pero también creo que la orquesta es de lo mejor del espectáculo. Y, como en la mayoría de los musicales que he visto en España, el aspecto musical suele estar muy por encima del aspecto teatral. Pero Follies es Teatro Musical, de nada me sirve la mejor orquesta del mundo si la parte teatral no está a la altura. Yo entiendo que pueda ser molesto oir que algo no gusta, y entiendo que desde dentro las cosas se ven de otra manera. Yo pagué mi entrada para ver el espectáculo. Y sigo pensando lo mismo: es un buen espectáculo, a todo el mundo le digo que vaya a verlo… pero, de ahí a decir que es el mejor musical que se ha hecho en España… Por cierto, yo también he leído críticas negativas en periódico de Nueva York y esas sí que son destructivas, hasta el punto de provocar la retidada de un espectáculo a los pocos días del estreno. Yo vuelvo a decir que adoro a Vicky Peña, pero este papel no era para ella. A veces hay que saber decir “no”.

  11. enric llopis dice:

    Estimados puristas,
    a veces dais un poco de pena porque sois tan tiquismiquis que se os ve el plumero. Soy de Barcelona y he tenido que desplazarme a Madrid expresamente para ver “Follies”. Lo he hecho dos veces y las dos he salido muy satisfecho. Gracias a Mario Gas por montar el espectáculo aquí en España. Totalmente de acuerdo con la crítica de Marcos Ordóñez. Felicitar a toda la compañía por haberme hecho tan feliz, a la orquesta, a los técnicos de luz y sonido, a los adaptadores de los textos. Puede que a Vicky Peña no la encontreis idónea para el papel pero juega con la desventaja de actuar en una lengua que no es la suya, por desgracia en Catalunya no hemos sido tan afortunados como en Madrid. “Sweeney Todd” lo vi cinco veces en Barcelona, os aseguro que “Follies” también lo vería otras tantas. Ojalá pueda comprar en un futuro un CD con la grabación del espectáculo y ojalá pueda volver a disfrutarlo en Barcelona. Seguramente nunca lo vea en Broadway o en el West End —entre otras cosas por el problema del idioma— pero el del teatro Español me ha calado y seguiré recomendándolo a mis amigos. Gracias de nuevo.

  12. Kate dice:

    Qué crítica más prepotente.

    • allwebber dice:

      Hola Kate. No sé si has leido todos los comentarios que suscitó esta crítica, pero siguen al pie del post, por lo que te invito a leerlos y quizá comprendas las posturas de unos y otros, incluso del mismo Iñigo que escribió el artículo y que como dije se lo pedí por ser su musical favorito y posiblemente la persona que haya visto más versiones de este musical. No confundamos prepotente con conocedor y por otro lado como dice él en una de sus respuestas no ha hecho más que exponer su opinión, que no es más que eso, su opinión.
      Saludos.
      Paco

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