DIGNIDAD
Ignasi Vidal, actor principalmente conocido por sus actuaciones en musicales de éxito, me sorprendió hace unos meses con su texto teatral titulado “El plan“, que además dirigía y ahora con esta nueva obra teatral titulada “Dignidad” se me confirma como un autor inteligente, capaz de conducir al espectador con su texto, haciéndole odiar a un personaje y acto seguido empatizar con él.
La trama desarrollada en poco más de una hora, arranca con la canción que escribiera hace más de cincuenta años Bob Dylan “The times they are a changing” (Los tiempos están cambiando) y que hoy parece recobrar rabiosa actualidad con una situación política que está pidiendo a gritos un cambio. El argumento podría servir de base para una película al director Costa-Gavras, especialista en narrar dramas políticos como “Z” (Z, 1969) “Desaparecido” (Missing, 1981) o “Estado de sitio” (Etat de siege, 1973), enchanchando al espectador en clave de thriller desde la primera escena.Fran y Alejandro, dos amigos que empezaron juntos en la política, con la ilusión y la fuerza de la juventud, esperando cambiarlo todo, se reunen años después en el despacho de uno de ellos, en vísperas de las primarias de su partido DD (¿un guiño a las siglas del PP?), con muchas posibilidades de gobernar en la siguiente legislatura, pero en ese encuentro van a aflorar ambiciones, traición y decepción en una larga noche que lo cambiará todo y ya nada será igual en el futuro para ninguno de los dos.
El reparto de papeles sorprende ya que quizá una vez vista la obra, parecería que hubiera sido más lógico haber invertido la adjudicación de los personajes, por lo que aún es más encomiable ver crecerse a Daniel Muriel en su personaje, mientras Ignasi Vidal se va haciendo cada vez más y más pequeño, a medida que avanza la acción y está claro que siendo el autor, ha escogido ese personaje quizá por presentarle un mayor riesgo como actor.
La utilización del espacio escénico me pareció muy acertada, con Muriel arrogantemente sentado casi toda la primera parte, que cada vez que decía “Ponme un wisky” me entraaban ganas de soltarle “Póntelo tú”, mientras Vidal pasea inquieto y nervioso, para terminar en la segunda parte al revés con Vidal sentado y derrotado ante los reproches de un descontrolado Muriel. Ambos actores tienen ocasión de transitar a lo largo de la obra por diferentes emociones y estados de ánimo, consiguiendo abstraernos de que estamos en un teatro y creamos asistir a un momento crucial en la vida de un partido político, que debe acabar con la corrupción y que la situación que nos presenta, la creemos a pies juntillas.
Otro acierto de dramaturgia es el recurso de utilizar en el comienzo y final unas proyecciones, que nos situan rápidamente en materia y permiten ir más allá de la última escena, conociendo el futuro de esta relación de amistad, que la ambición por el poder también llega a corromper. La elección de la imagen del poster anunciador de la obra podría inducir a error, pero ya confesó el autor, que con el beso de los protagonistas quiso hacer un guiño al famoso beso entre los líderes comunistas Erich Honeker y Leonidas Breznev conmemorando el 30 Aniversario de la República Democrática Alemana.
Ignasi Vidal además de interesante autor teatral, se arriesga y se crece como actor, mientras que Daniel Muriel sigue derrochando calidad interpretativa y un acertado olfato para elegir los papeles que interpreta.
TEXTO: Ignasi Vidal
DIRECCIÓN: Juan José Alfonso
Para terminar un video promocional de la obra