
WOODY ALLEN: Todos dicen I love you
Woody Allen es el más polifacético hombre de cine de su generación, y probablemente del que más libros se han escrito. Es difícil, por esto, ofrecer aspectos novedosos sobre él, y más en un pequeño artículo a modo de semblanza. Sin embargo, la idea general que se tiene de Woody Allen suele ser un tanto pre establecida y encorsetada, incluso en muchos de los libros y artículos publicados. Con la intención de acompañar el análisis de su musical (y de otras entradas en esta página), se tratará de ofrecer algunos datos o alguna visión de la creatividad de Allen en el desarrollo de su filmografía, que amplíen esa visión general y contribuyan a una mejor comprensión de su obra.
Dramaturgo, escritor, guionista, director, actor, músico, y gran cinéfilo, la evolución de Woody Allen desde sus inicios como creador de chistes para cómicos, hasta la cantidad de logros artísticos obtenidos, ha sido asombrosa. Ha sido capaz de crear un mundo personal, de dotar a sus películas de un sello identificativo propio, (aun no siendo de la misma temática), hasta el punto de haberse podido acuñar el calificativo “alleniano”.
Es el creador de un personaje cinematográfico, que si bien no es exactamente el mismo en todas las películas, si es claramente identificable a lo largo de muchas de ellas. Un personaje tan definido que a menudo se ha confundido con su imagen real.
Escritor infatigable, ha desarrollado un nivel de calidad tan alto en sus guiones que ostenta el récord absoluto y difícilmente superable en nominaciones al Oscar, con 16 a lo largo de cinco décadas, habiéndolo obtenido en tres ocasiones. Director sistemático, ha mantenido su ritmo autoimpuesto de una película al año, presentando un nivel general elevado, a pesar de los altibajos, lo que le ha reportado 7 nominaciones a los Oscar, habiéndolo obtenido en una ocasión. Apreciado director de actores y, sobre todo, de actrices, ha conseguido para sus repartos dieciocho nominaciones a los Oscars, con siete premios. En todo ese trayecto ha instaurado y desarrollado un género propio, el falso documental, además de recrear y revitalizar la comedia romántica y el cine negro.
En su carrera ha acumulado innumerables nominaciones, premios y reconocimientos en todo el mundo, y por las diversas facetas de su actividad, contándose entre estas menciones el Premio Príncipe de Asturias de las artes en 2002.
Sus inicios en el cine fueron como guionista y, posteriormente, director de comedias tendentes al humor absurdo, con brillantes diálogos y presencia de humor físico, para pasar a recrear la comedia romántica, y terminar utilizando el humor como contrapunto a situaciones dramáticas. Sin embargo, ningún director tan relacionado con la comedia ha profundizado tanto en temas existenciales que inquietan la existencia moderna.
Amante de cine clásico, sus comienzos técnicos y narrativos se movieron entre el aprendizaje de técnicas de montaje, y la cámara a la altura de los ojos de Howard Hawks, o el encuadre inmóvil de George Cukor. Sin embargo, ningún director tan señalado como ilustrador de los guiones con cámara fija, ha mostrado tanto interés y profundizado tanto en nuevas técnicas y experimentos narrativos.
Contemporáneo del llamado “Nuevo Hollywood”, su periplo vital y su independencia creativa y temática no han permitido encuadrarlo dentro de ningún movimiento, aunque comparte ciertas tendencias: la independencia de los grandes estudios, la renovación y desmitificación de los géneros (en su caso la comedia y el cine negro), o el tratamiento de temas hasta ahora evitados en cine (en el caso de Allen, hablar con naturalidad de sexo).
Su llegada al cine fue una evolución lógica en su carrera, partiendo de ser escritor de sketches para programas de televisión. En 1965 Charles K. Feldman lo fichó para que escribiera el guion de lo que iba a ser una superproducción británico estadounidense, con los nuevos talentos del cine. ¿Qué tal, Pussycat? (What’s New, Pussycat?, Clive Donner, 1965) tuvo como protagonistas a lo más encumbrado de la época: Peter O’toole, Peter Seller, Paula Prentiss, Capucine, Romy Schneider y Ursula Andress. Los representantes de Woody (Jack Rollins y Chales H. Joffe, que después fueron productores de todas sus películas), tuvieron que convencerle de que aceptara un pequeño papel que le ofrecían en la producción, del mismo modo que tiempo atrás tuvieron que ayudarlo a vencer sus inseguridades y empujarlo a que afrontara su propios monólogos en lugar de escribir para otros. ¿Qué tal, Pussycat? obtuvo una nominación de los Writers Guild of America al mejor texto americano para comedia, poniendo a Allen en el mercado de guionistas. Eso, y el tener dos obras estrenadas en Broadway, impulsó definitivamente su carrera.
Su verdadero debut en la dirección lo realiza con Toma el dinero y corre (Take the Money and Run, 1969), bajo el esquema de un falso documental sobre un delincuente habitual. Sus primeras películas son una afortunada acumulación de chistes, o desarrollo de los relatos breves que publicaba en New Yorker. En estas historias, que componía de manera muy deslavazada, fue conociendo los entresijos y dificultades del guion y del lenguaje cinematográfico de la mano del montador Ralph Rosemblum. De ese modo fue madurando su estilo hasta dar el salto a su universo más reconocible con Annie Hall (1977). Ahí terminó de perfilar su personaje ingenioso, inseguro, obsesivo (especialmente con cómo conseguir el amor y ser feliz), y dubitativo pero honesto, añadiéndole el aspecto urbanita, y uniéndolo a una visión cinematográfica idealizada de la ciudad de Nueva York como escenario de historias románticas y un punto amargas.
Desde entonces, la carrera de Woody ha ido evolucionado, profundizando en complejidad tanto temática como estilística, sin dejar de sorprender cada año con sus propuestas. Ha podido mantener casi hasta sus últimas producciones una independencia creativa y económica que le ha permitido conservar el mismo equipo técnico en numerosas películas, y poder contar con frecuencia con los mismos actores, tanto principales como de reparto. Las montadoras Susan E. Morse primero, y Alisa Lepselter después; en fotografía Gordon Willis, Carlo di Palma, Sven Nykvist; Santo Loquasto en diseño de producción, Jeffrey Kurland en diseño de vestuario. En cuanto a actrices, Mia Farrow, Diane Keaton, Diane West, Judy Davis, Scarlett Johansson han repetido frecuentemente apariciones en el cine de Allen, así como los actores Tony Roberts, Wallace Shawn o Alan Alda. Por lo que respecta a la música, si bien Allen prefiere no contar con bandas sonoras propias, y recopilar el personalmente los temas que suenan en sus películas, ha contado siempre para los arreglos o la confección de música para piano con Dick Hyman.
Temáticamente se suele identificar a Woody Allen con pensamientos pesimistas, a menudo humorísticos, en torno a la muerte y el sexo. Sin embargo, el punto de partida de las constantes temáticas de esta autor se encuentra en la importancia del azar, que rige la existencia, y partiendo de ahí, el sentido de la vida, el porqué de la muerte, la necesidad del amor, la búsqueda de la felicidad, y qué importancia tiene mantener los principios, la honestidad, en un universo sin Dios, regido por el azar. Y aunque no siempre obtenga resultados positivos, en el cine de Allen prevalece la idea de la honestidad y de la fidelidad a uno mismo, a sus principios, como guía vital, independientemente del resultado. Esto le convierte en un autor profundamente moralista, y lo entronca directamente con guionistas directores del calibre de Billy Wilder. Presente en casi todo su cine, a través de personajes o historias secundarias, se pueden observar de manera expresa estos planteamientos en Manhattan (1979), Delitos y faltas (Crimes and Misdemeanor, 1989), Acordes y desacuerdos (Sweet and Lowdown, 1999), Granujas de medio pelo (Small Time Crooks, 2000) o Cafe Society (2016).
Aparte, ha reflexionado también sobre la creatividad y el sentido del arte, (Manhattan, Desmontando a Harry (Deconstructing Harry, 1997), Balas sobre Broadway (Bullets over Broadway, 1994), Acordes y desacuerdos,…), y dentro de esto, sobre el cine, su sentido y su importancia (Recuerdos (Stardust Memories, 1980), La rosa púrpura de El Cairo (The Purple Rose of Cairo, 1985), Hanna y sus hermanas (Hanna and her Sisters, 1986), Un final made in Hollywood (Hollywood Ending, 2002)), sobre el asesinato y el sentimiento de culpa (Delitos y faltas, Match Point (2005), Cassandra’s Dream (2007), Irrational man, (2015), o la magia y el azar (Historias de Nueva York (New York Stories: Segment Oedipus Wreck, 1989), Alice (1990), Sombra y niebla (Shadows and Fog, 1991), Scoop (2006), Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight, 2014)
A pesar de que su cine no se suele identificar con logros narrativos y técnicos, ha planteado y resuelto con éxito propuestas muy innovadoras. En cuanto a lo narrativo, lo ya mencionado del falso documental. Este género cinematográfico, que recogería sus precedentes en el montaje radiofónico de La guerra de los mundos, de Orson Welles, o en el desordenado planteamiento de A Hard Day’s Night (Richard Lester, 1964), tiene en Woody Allen su auténtico pionero y mejor representante: Toma el dinero y corre, Men of Crisis: The Harvey Wallinger Story (1972), Zelig (1983), o Acordes y desacuerdos; y también encontramos guiños al documental en Maridos y Mujeres (Husbands and Wives, 1992), o Desmontando a Harry
Aparte del falso documental, ha desarrollado con especial habilidad la película coral, bien sea en comedia (La comedia sexual de una noche de verano (Midsummer Night’s Sex Comedy, 1982) Hanna y sus hermanas, Misterioso asesinato en Manhattan (Manhattan Murder Mystery, 1992), Todos dicen I love You (Everyone Says I Love You, 1996), A Roma con amor (To Rome with Love, 2012), o en drama (Delitos y faltas, Maridos y mujeres, Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010).
Ha presentado experimentos narrativos como la historia en paralelo (en universos paralelos) de Melinda y Melinda (Melinda and Melinda (2004), o Cafe Society, o el salto en el tiempo de Midnight in Paris (2011).
Se adentró en el mundo de los efectos especiales y visuales en Alice, Desmontando a Harry, y sobre todo la dificultad de filmación en Zelig o en La Rosa Púrpera de El Cairo. La hiper móvil cámara al hombro y el montaje discontinuo de Maridos y mujeres supuso una pequeña revolución narrativa y ha influido en determinados cambios expositivos del cine posterior.
De tan extenso panorama creador, ni el mismo Woody tiene claro cuál puede ser su mejor película. En la época de Manhattan declaraba que su película favorita era La última noche de Boris Grushenko (Love and Death, 1975); en 2002 decía que las películas que más se acercaban a lo que en principio deseaba eran La rosa púrpura de El Cairo y Maridos y mujeres; en 2007 añadía a La rosa, Recuerdos y Match Point.
Se le suele acusar de perder el interés por las tramas una vez que están bien desarrolladas, y de ahí algunos finales demasiado precipitados. Es posible que se refiera a eso cuando habla del proyecto que él tenía y el resultado final de la película. En cualquier caso, dentro de la enorme importancia, calidad y repercusión de su cine, parece (aunque no siempre es así) que los mejores resultados los obtiene cuando la presencia del humor aligera tramas dramáticas de variable envergadura. Cuando es más cordial que cerebral. Cuando es más Woody.
Su Musical: TODOS DICEN I LOVE YOU (Everyone says I love you)